Su último cliente roncaba con estruendo, desmadejado sobre la cama de la sórdida pensión.
Le observó mientras se ponía las bragas faja de algodón antes blancas y que ya comenzaban a amarillear, y las desgastadas medias de rejilla que se resistían a subir por sus piernas paticortas y celulíticas.
– El tercero de la noche – pensó – , no está nada mal. Desde que cerraron el videoclub de la esquina y abierto la nueva cervecería, el negocio sube como la espuma...
Cogió todo el dinero de la cartera del ebrio y bello durmiente; y embutida en el vestido de plástico le lanzó un beso volado y cerró la puerta.
– Como la espuma – murmuró entre sus dientes cariados mientras bajaba por la escalera – :
¡Dios salve a la cerveza!
Gema Bocardo
( Con nuestras disculpas para Gema y para aquelllos que esperaban ver publicados sus relatos. En cuanto sea posible nos ponemos a ello otra vez)
Soy el abogado de la señorita Gema Bocardo.
ResponderEliminarLes conmino a que aclaren que este relato No es de su autoría.
Considerando que no hay indicios de Mala Fe por su parte,que mi cliente siento cierto aprecio por ustedes y el título del texto es el mismo lo que pudo dar lugar a confusión, les comunico que si publican el relato original de Gema Bocardo y se comprometen a invitarla a TRES cervezas, no llevaremos el caso a los Tribunales.
Atte.
Podemos llegar a un acuerdo: seis cervezas y nuestras disculpas. En caso contrario, "vuo fare un ofritto qui non posso refutare", que diría Vito Corleone.
ResponderEliminarPerdón por la confusión y gracias, Gema.
Que sean ocho, señor Corleone, y no se hable más, que los caballos no tienen la culpa de nada.
ResponderEliminarGracias a usted ;)
Diez y no se hable más. Cuando usted queira y donde usted quiera.
ResponderEliminarcuidado con Gema que es poetisa !
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