Generosidad
Nos confundimos al pensar que vivimos en una sociedad insolidaria y egoísta. Basta con echar un vistazo a nuestro alrededor para descubrir que entre nuestros vecinos hay múltiples ejemplos de lo que es compartir.
¿Quién no disfruta de la música? Pues ahí está ese “bakala” que nos regala los grandes éxitos de “DJCoñazo” con ese equipo de 800.000 watios montado en un Seat Ibiza, que son más grandes los altavoces que las puertas del coche, que para meterlo dentro yo creo que le cortan el techo y luego lo vuelven a soldar. O esa vecinita en edad escolar que repite con su flauta dulce las mismas notas desafinadas durante catorce horas, delicada melodía que sube por las ventanas y que, con el paso del tiempo, consigue que se te ocurran más de sesenta formas de asesinarla utilizando la propia flauta como arma del crimen.
¿Qué decir de los aromas? Ese pestuzo que la vecina esparce por el descansillo, por el sagaz procedimiento de acumular la basura nueve días en casa, ese bouquet de las cabezas de las gambas ya putrefactas, que se queda en la escalera hasta las Navidades próximas…O ese tufillo a pies con que te obsequia otro vecino en el ascensor, “four your nose only”, o esos efluvios a rancio, con tonalidades distintas según la parte anatómica de la que surjan, con los que tantas personas nos gratifican en el transporte público.
¿Y las responsabilidades? ¿Quién no tiene un compañero de trabajo siempre dispuesto a repartir la culpa de cualquier error, mediante el procedimiento de arrojar los detritus al ventilador para que todos quedemos salpicados?
¿Y el que comparte sus tribulaciones? Ese que te da una “chapa” interminable sobre si debe optar por la tarima flotante o acuchillar el parqué, ese que te cuenta con todo lujo de detalles su endoscopia, ese que no deja pasar la oportunidad de endosarte una “brasa” del calibre 133 sobre si el aceite lubricante de tal marca es mejor que el de tal otra…
¿Y los que socializan sus bacterias y virus? ¿Y ese constante contacto físico del metro, en el que seis se distribuyen por sectores un metro cuadrado?
Decididamente, la gente está decidida a compartir…Y a mí me dan ganas de no de compartir, sino de partir: de partirles las piernas, de partirles la cara…
Menos mal que también hay quien quiere compartir conmigo un rato de charla y una cerveza.
Yo casi que me apunto a la charla y la cerveza contigo... ¡Las otras opciones no me interesan en absoluto!
ResponderEliminarBss
Ay que ver que razón tienes. Falta de sensibilidad, de solidaridad, mala educación.... Todo en uno. Ojalá encontremos a más gente para compartir cosas más agradables, como una charla y unas risas. Saludos.
ResponderEliminarEsa "generosidad" es más un todo vale, y un olvido premeditado de aquella frase, casi ley, que nos decía que tu libertad termina donde empieza la mía.Vivimos sin importarnos mucho el de al lado, vivimos pensando que es mi vida y hago lo que quiero...puede armonizarse con una falta de educación y respeto, porque queremos que nos respeten pero no entendemos que debe ser mutuo el acto. En fin, como bien dices aún nos queda compartir generosidad de la buena. Un abrazo.
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