
Siempre hay un apuntador escondido en
una concha y empeñado en repetirte el texto correcto y en subrayar
la errata. Un apuntador que no suele atreverse a subir al escenario,
porque en el escenario, cunado te trabucas, te ve el público. Pero
lo que nunca podrá entender el que no se muestra y tiene en la mano
el libreto es que el que vive eres tú. Para la próxima función de
mi vida me voy a llevar impresa en un papel una frase que leí en
alguna parte que decía que no te tomes la vida tan en serio, que ,
al fin y al cabo, no saldrás vivo de ella, para alcanzársela al
lector si veo que me regaña con demasiada saña.
Además, por aquella regla matemática
de menos por menos es más, hay veces que sumas dos errores y te sale
un acierto. Para los que duden, que repasen los procesos por los que
se llegaron a las más brillantes invenciones. Y la esperanza es lo
último que se pierde. Lo mismo, a base de pifiarla, acabas inventando
el motor de agua.
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