jueves, 17 de febrero de 2011
El canto del mirlo
“¿Será realmente un mirlo?”, siempre se hacía la misma pregunta cuando al escuchar algún ruido no conseguía identificarlo claramente, sin saber por qué lo asociaba, sin ninguna intención que él supiera, al canto de un mirlo, lo que a su vez siempre le creaba una sensación de desconcierto y desazón.
Todo desde aquel lejanísimo atardecer jugando en la era del pueblo una de esas increíbles y emocionantes batallas a pedradas, recibió la susodicha en el occipital derecho de su pelona cabeza de infante y sus neuronas asociaron el cronch desconocido de su cabeza con el canto del mirlo que cerca de él en aquel momento parecía reírse de la escena durante la última calurosa tarde de ese estío estepario.
El Juanito después de toda una tarde sin conseguir avances significativos por parte de su compañía en el terreno de batalla por la enconada defensa del otro grupo de infantiles comandos de infantería, decidió tomar una medida drástica para cambiar el curso de los acontecimientos.
Planificó que sería buena idea intentar rodear por el flanco derecho al enemigo y sin ser descubierto, aprovechar aquel majano que ni colocado adrede estaría en mejor situación por cercanía y ocultación al ojo avizor del enemigo, ya puestos, utilizar toda aquella munición para arremeter con ahínco hasta conseguir la total rendición o al menos, el más mínimo retroceso de la línea defensiva enemiga hasta la zona de retamas con arbolitos, donde rápidamente se quedarían sin la munición adecuada para poder contraatacar y así favorecer después de su sorpresivo ataque, una briosa carga frontal de su línea de infantes que al ver el desfallecer enemigo gracias a su pericia, atacaría con más ímpetu y ardor guerrero, mayor que cualquier otro reseñado en los anales de la historia.../... continuar leyendo...
Publicado por Felipe
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