El 15 de febrero me encontraba regando las plantas de la
madre superiora Guillermina, cuando una de las amigas de Bertha me entrego lo
que parecía una carta y si efectivamente lo era, “te tengo una sorpresa atte:
Bertha”, no pude trabajar de la emoción que sentía, me la pase esperándola en
el jardín donde acostumbraba pasear , más nunca la vi, así que regresé a la
casa de Fidel. No se pueden imaginar cual fue mi sorpresa al ver a Bertha
adentro de la cabaña, me puse erguido enseñando el pecho para ocultar el miedo
que sentía, ella por su parte me dijo que muy pronto se convertiría en monja,
lo que me decepciono, sin embargo al querer voltear ella prosiguió y me dijo
que quería experimentar el amor antes de dedicarle la vida a dios. Se quito el
uniforme dejando ver sus atributos,
después dejo caer su brasier y su ropa interior, nunca había visto tanta
belleza, Bertha era absolutamente una diosa: su pelo se movía de un lado a otro
como queriendo ocultar sus senos, que eran
pequeños, altos y puntiagudos. Bien dicen que todos tenemos nuestro
propio infierno y paraíso personal, ese momento fue mi paraíso y por solo una
vez en mi vida me sentí completo, fue una sensación totalmente maravillosa; mi
pecho con su pecho, sus piernas sostenidas por mis manos y los pajarillos
cantando sin cesar. Apenas habíamos pasado media hora abrazados el uno junto al
otro, en el momento en que entro Fidel moviendo su machete amenazadoramente. Yo
por mi parte salí corriendo como burro sin mecate, despidiéndome
apresuradamente de Bertha, mientras fidel trataba de alcanzarme, aunque al final se canso y termino por dejarme huir.
Ahora que haría ya no podía volver al convento y solo tenia unos cuantos pesos
que servirían nada mas para comer durante una semana. Regresé al convento a dar el ultimo adiós y
me sorprendió ver a una alumna esperando en la entrada, me acerque para verla y
era Bertha; con su playera sucia y su
brasier chueco. La salude intentando
poner cara de preocupación, luego ella me abrazo y sentí la calidez de su cuerpo que se
encendía al igual que una vieja llama, que solo revive para dar un ultimo
suspiro. Me contó que la iban a expulsar
del convento y que sus padres se encontraban hablando del incidente con la
madre superiora, yo por mi parte le dije que no sabia que iba a hacer ahora que
saldría del convento. De pronto senti una mano firme en mi hombro; era el padre
de Bertha un hombre alto, con una frente
pronunciada, de ojos verdes, cabello negro y tez blanca. Con su gran mano me
iba guiando afuera de las instalaciones del convento, mientras yo me comía las
uñas del miedo...
Blackyunkel
Con el permiso de Blackunkel, aprovecho este espacio porque no he visto ningún otro para brindar con vosotros los de esta página tan maja.
ResponderEliminarLa felicidad no existe, solo buenos momentos, y los Reyes son los padres, ¿y qué? Siempre ocurre algo que lo empeora
Esta semana he despedido para siempre a dos amigas, el 25 y el 1, Silvia y Matuska.
Por ellas brindo. Preciosas sonrisas tenían las dos, grabadas las tengo en la memoria.
Abrazo a todos los de la página.
Susana Revuelta.
Susana, siento lo de tus amigas, yo también brindo por ellas.
ResponderEliminarUn beso
Fue una primera vez llena de acción, me gustaría que vean más información sobre Panama en su Guía completa.
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