Como es primero de
enero y estoy muy ocurrente, ahí os dejo tres definiciones de la felicidad de
tres pensadores distintos, para que cada uno se decante por la que más le
guste.
Decía don Emmanuel Kant,
razón pura criticada de por medio, que “la felicidad no es un ideal de la
razón, sino de la imaginación.” ¿Es mayor la felicidad que imaginamos que
la que sentimos? ¿Alcanzar algo lo hace menos deseable?
El filósofo chino Lao
Tzu, con esa natural tendencia de los orientales a buscar el equilibrio
interior, dice que “si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás
ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estas viviendo el
presente”. ¿Es posible, ni aún siquiera de manera inconsciente, no
retrotraer el pensamiento y vincularlo a la experiencia, ni proyectarlo al
futuro como la fantasía de “lo que será” en el preciso instante que la
felicidad nos embarga?
Para Freud, el del diván, la felicidad se
presenta como resultado de satisfacer necesidades acumuladas, que han alcanzado
un nivel elevado de tensión y solo es posible hablar de ella como un episodio
instantáneo y pasajero. ¿Satisfecha la necesidad, finiquitada la felicidad,
pues?
Ya sé que preguntar cosas como estas no se hace
un día de Año Nuevo, en plena resaca. Pero, tal vez, mi felicidad pase por un
puntito de sadismo...
A ser felices…
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