Iker Casillas

De todos es sabido que soy del Atleti, pero muy, muy del Atleti. No soy antimadridista, porque la mayor parte de mis amigos son del Madrid, y no me gusta ver jodidos a mis amigos. Pero hago la aclaración para que nadie piense que me ciega la pasión por el blanco. Lo que pasa es que cuando te encuentras con un gigante de estas dimensiones, es imposible que no te seduzca, sea del equipo que sea.

Iker Casillas, de Móstoles, con orígenes avileños. Portero del Real Madrid y de la Selección Nacional. Campeón de todas las competiciones habidas y por haber. Hoy por hoy, y por no entrar en polémicas, sin duda uno de los tres mejores porteros del mundo. Todo eso está muy bien, y ya justificaría un panegírico. Pero este tío tiene muchas más cosas, y más importantes.

El que me ponga a cantar las cualidades de Iker viene motivado porque hoy recordaba que, unos meses atrás, Javier, el compañero de clase de mi hijo, le vio tomando unas cañas con sus amigos en un bar del barrio. El crío, madridista de camiseta, se quedó como si estuviese mirando el escaparate de una juguetería tres días antes de Reyes. Entró con su madre al bar y se acercó, muy tímido, a saludarle. Dice su madre que no hay palabras para definir lo cariñoso que estuvo con Javi. Le dio la mano, le preguntó por el cole, le recordó que hay que estudiar… Ese tipo es Iker Casillas.

Mi primera referencia de la clase de ser humano que es este tío la tengo de una interviú radiofónica que escuché. Le entrevistaba José Antonio Abellán por teléfono. Iker estaba en Navalacruz, el pueblo donde vive su abuela. Y le decía al presentador que estaba en el bar del pueblo tomándose una cerveza con sus amigos. Hablaba con una normalidad lamentablemente inusual en los deportistas de élite. Y compartía dos de mis pasiones: los amigos y la cerveza.

Como deportista, no le recuerdo malos gestos, aunque, como todos, algún mal momento ha tenido, lo que le engrandece aún más. Pero nunca es malicioso. Es bueno sin ser tonto, y ese es el equilibrio deseable. Y es espontáneo y apasionado, y si no que se lo digan a cierta periodista morena. Y nos ha regalado a todos su imagen con la Copa Jules Rimet entre sus manos.

A mi me gustaría que mi hijo fuera del Atleti, por seguir la tradición. Pero si me dice que se hace del Madrid porque su ídolo es Iker Casillas, yo me pongo una bufanda blanca y me voy con él al Bernabéu a gritar “¡Hala Madrid!”, que un tipo que, siendo lo que es, no deja de tomarse unas cañas con sus amigos, se merece eso y mucho más.