miércoles, 5 de octubre de 2011

La Dra. Sweet

“Dra. Amanda Sweet. Sex Consulting”. Así rezaba el letrero que colgaba en la puerta ante la que me hallaba, un poco nervioso.

El primer encuentro sexual que mantuve con mi amiga Estefanía resultó bastante insulso, por no decir aburrido; de hecho no estoy seguro de que no se quedase dormida a ratos mientras yo me aplicaba como podía. Al final me llevé la impresión de que el soso era yo.

Por eso, dispuesto a que aquello no volviese a suceder, decidí consultar a una experta sobre algunas audacias o trucos que la dejasen maravillada para la próxima vez, de manera que me implorase más y más, como tantas veces soñamos los hombres. Después de investigar en medios y foros de desigual catadura, di con la persona que necesitaba, una auténtica especialista, con formación acreditada; y a juzgar por el precio de la consulta, debía ser muy buena. Me daba cita para seis meses después, pero le dije que mi caso era urgente, y tras ofrecerle un suplemento en sus honorarios accedió a adelantarla.

La Dra. Sweet era una imponente criatura de más de metro ochenta y labios carnosos, en la que los canónicos 90-60-90 quedaban ridiculizados. Mientras le expuse el motivo de mi visita no fui capaz de apartar más de 2 segundos la vista de su escote, que parecía la sima de las Marianas en versión pectoral. Tras contarme que ese tipo de técnicas requerirían varias sesiones, y su conocimiento y pericia solo podían adquirirse de forma práctica, la experta se aproximó sonriendo, al tiempo que yo bendecía la pedagogía erótica.

En sucesivas citas aprendí el “abrazo inverso”, el “pont suspendu”, “la piraña”, y otras artes amatorias de gran mérito y técnica, y seguimos practicándolas hasta que conseguí dominarlas sin caerme al suelo cada vez.

Cuando me reencontré con Estefanía e intenté poner en acción lo aprendido le dio un ataque de risa, que pasó a indignación al comprender que “de verdad” quería cometer esas perversiones, y me dejó tras un portazo. Lo malo es que no fue la única, y aún no he hallado a la que quiera gozar conmigo tales placeres, y he tenido que recurrir a procedimientos de autoayuda.

Quizás deba volver a ver a la Dra. Sweet…

1 comentario:

  1. Me estoy poniendo burro con la Dra Sweet... Las tías es que no tienen remedio. Es que no entienden de sexo ni de cuestiones eróticas, debe ser genético.
    J.L

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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.