Ésta es una auténtica novela negra por muchos motivos. El primero, como es lógico, por su tema, con muerto incluido. También por las historias paralelas que giran en torno a la principal: las circunstancias grises, como la Galicia que retrata, del inspector Leo Caldas, inmerso en laberintos personales que le hacen transmitir durante todo el libro una sensación de fatalismo. Pero también negra por otros motivos accesorios, como la recreación de la vida de los pescadores, o de la reivindicación de los percebes como un manjar a la altura de cualquier otro que se pueda encontrar en novelas con más (a priori) glamour.
La trama está conducida en capítulos muy cortos que hacen que la historia discurra con gran dinamismo y agilidad. Contiene muchos de los tópicos de la novela negra y de Galicia, pero en ningún momento molesta, y por ello, engancha desde el principio como cualquier obra de otros autores más consagrados en la esfera internacional. Tanto el inspector como su ayudante se hacen familiares desde el principio, y logran una intensa comunión con el lector.
La otra protagonista es la región de Vigo, donde se desarrolla, con una cuidada recreación y documentación. No todo iba a pasar en Suecia, ¿no?
Y dentro del buen tono general, deja algunas pinceladas magistrales, como por ejemplo: “No se madura, sólo se envejece”.
100 % recomendable.
La playa de los ahogados – Domingo Villar
Debolsillo, 2011 – 448 páginas
¡Qué gallego!. No como otros.
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