Venecia, donde no se usa el coche en la ciudad. Donde quedan nobles y plebeyos. Donde la música clásica es una religión. Allí va a terminar sus días el mejor director del mundo, un alemán de pasado turbio.
Le toca a Brunetti revolver en el basurero del tiempo, donde las pasiones perviven. Le toca además torear con las clases altas, las clases bajas, los prejuicios, las mentiras y hasta con un jefe que está pidiendo a gritos una buena patada en el culo. Pero Brunetti es mucho Brunetti.
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