El Príncipe Azul

Tengo una hija adolescente y es primavera y está leyendo “Sentido y sensibilidad” y hay un chico que la mira. Aparte de darme una envidia enorme, hace que salten todas las alarmas del sistema de seguridad familiar. Como en el tema del sexo maneja más información que yo, que la conversación sobre el asunto fue un rato más de bochorno para mí y un divertimento para ella, lo que me preocupa es el tema del corazón. Mi mujer y yo lo hemos hablado.

Sorprendo la conversación entre las dos en la cocina, y me quedo de pie en el pasillo espiando.

-          Mamá, es que es como el príncipe azul…

-          Hija, te voy a explicar quien es el príncipe azul…Lo mejor que le puede pasar al príncipe azul es que, con el tiempo, cambie de color, como los camaleones, y se vuelva gris. Ya no será joven ni tendrá un cuerpo escultural. No llegará a lomos de un coche llamativo, ni repartirá rosas y bombones con tanta frecuencia. Pero volverá cada noche cansado a casa, después de trabajar para que nada te falte. Te respetará siempre, siempre estará preocupado por ti, aunque no se note, siempre te tendrá en sus pensamientos. Asumirá cosas que no le agradarán, para no contrariarte. Cuando discutas con él, que discutirás, nunca buscará hacerte daño con las palabras. No será perfecto, porque perfecto no hay nadie, pero será tan indulgente contigo como tú con él. Compartiréis las alegrías y las penas, y en todo momento tendrás la sensación de que te respalda en cada decisión que tomes. Y pondrá pasión en cada beso, y ahí sí será como cuando era tu novio.

Me aparto de la puerta para que no me descubran. Y cuando sale mi hija, entro despacito…Le doy un beso y le pregunto si soy su príncipe gris, se ríe y me dice que lo que soy es tonto. La felicidad debe ser algo como esto.