sábado, 30 de junio de 2012

Viejo lobo de mar

Sabía que era su último viaje. Era un Viejo lobo de mar y el capitán del barco se lo había advertido.

-Has sido un gran marinero Luciano, fiel hasta la muerte, nos serviste a mi padre y a mi hasta la extenuación. Nos guiaste en tormentas sin brújula ni estrellas, sin mas herramienta que la de tu intuición. Salvaste nuestras vidas esquivando acantilados imposibles, montañas marinas y barcos hundidos. Envenenaste Fantasmas, resististe el canto de las sirenas camino del abismo... y todo ello con grandeza, con entrega, compañerismo y valentía..
Pero algo ha cambiado amigo. Eres ya un anciano y estás cansado, debes volver a tierra. Beberás ron, comerás, dormirás, y disfrutarás de los favores de bellas mujeres… VIVIRÁS.-

Entonces Luciano le miró y lloró.

Era de noche en alta mar, agua calma y cielo limpio. Suavemente se repetía una y otra vez las palabas del capitán. ¿Tierra firme? ¿Descanso? ¿Ron y mujeres?.. pero si yo no recuerdo otra cosa que mi vida en el mar, pero si las visitas a tierra se me hacían pausas demasiado largas para volver a mi hogar, pero si no quise mujeres, ni hijos, ni ron. Pero si mi hogar es el mar.

SOY MARINERO.

Y entonces lo decidió. Soñó a las sirenas que le vieron dormido y las llamó, conjuró a los fantasmas de navíos perdidos y los acercó, gritó a Neptuno ¡¡mándame tormentas y llévame contigo!!!, hechizó los barcos perdidos hundidos. –Salvadme por favor, salvadme, llevadme de este horrible navío-

Y así evitó la muerte en el destierro.
Y así vivió.
Muerte en vida.
Vida de marinero.



Itziar.

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