sábado, 30 de junio de 2012

La gran trampa

El siguiente paso en este bucle que nos lleva al gobierno de la oligarquía de las grandes corporaciones empresariales es la demolición del sector público. Se inició en los ochenta con las privatizaciones en Inglaterra, la reconversión industrial en España y esa fiebre por lo privado en todo el mundo occidental. Ahora viene la segunda fase.

Alegando razones de eficiencia y de costes, se antepone la gestión privada al servicio público. Se escuchan voces que demonizan al funcionariado y propugnan su sustitución por un régimen laboral similar al de la empresa privada. Qué hay pésimos funcionarios, lo sabemos todos. Como hay malos fontaneros y desastrosas empleadas en algunos grandes almacenes. Qué existen mecanismos para sancionar y apartar del servicio a un funcionario que desempeñe mal su trabajo, ya se menciona mucho menos. Porque para sus intereses, no es relevante. Lo importante es convertir el compromiso de servicio público del funcionario en algo inexistente. Y el puesto de trabajo del funcionario en nada atractivo, de manera que opten a los mismos menos personas, menos capacitadas y peor preparadas. Lo que produce la retroalimentación: al ser más deficiente el servicio, los motivos para su eliminación son más evidentes. Así hasta su exterminación, en no demasiado tiempo.

La cuestión es si llevamos ad infinitum este razonamiento… La gestión de las infraestructuras nacionales esenciales, en manos privadas, sería una herramienta perfecta para optimizar los beneficios de su uso en detrimento de los intereses de la ciudadanía, igual que el urbanismo o el tratamiento de los residuos… Los médicos, asalariados de una corporación sanitaria, con la posibilidad cierta de suministrar la salud en relación con los intereses de la empresa. La educación, en manos de un entramado empresarial, podría trasladar la ideología deseada por el consejo de administración a los educandos. La Justicia, apelando a la eficacia, en manos de profesionales privados del Derecho pertenecientes a un holding. Y si el estado trata de recuperar el protagonismo para garantizar la igualdad y la libertad, podría encontrarse con que los policías serían contratados de una empresa de seguridad, quien podría tener el monopolio de la violencia institucional llegado el momento. Y ni siquiera podría el Estado recurrir a unas Fuerzas Armadas cada vez más pequeñas, más desmotivadas, más dispersas y peor equipadas.

Anoche pasaron Blade Runner en Telemadrid…A los amantes de la iniciativa privada para todo, que no se les olvide que su trabajo puede hacerlo mucho mejor un replicante fabricado por la Tyrrell Corporation…y mucho más barato.

2 comentarios:

  1. Como bien dices, hay buenos sectores privados y malos sectores públicos. Sin embargo en Suecia hay unos ejemplos escalofriantes de las consecuencias de ciertas privatizaciones. La peor es la sanidad, dónde los médicos se aseguran siempre el déficit de facutativos para poder cobrar todo tipo de pluses, mientras en el servício es muy deficiente. Un ejemplo concreto: Los médicos interinos ganan el doble que los fijos. Por eso una gran parte prefiere actuar de interino. El resultado es que los pacientes pocas veces son atendidos por el mismo médico, hay faltas graves de coordinación y el estado paga el doble de lo necesario en salarios. El segundo ejemplo es la educación, donde colegios públicos prácticamente se han regalado a amiguetes para su privatización y hoy en día el principal interés de los rectores no es la calidad de la enseñanza, sino cazar alumnos para hacerse con la correspondiente subvención pública. Para llorar.

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  2. Estoy de acuerdo en casi todo lo que contáis y me siento indignado y deberíamos encerrarnos en el James Joyce hasta que cedan.
    Os cuento mi caso : En la Fuerzas Armadas ya somos dos, el abanderado y luego yo solo, el grueso del ejército. Así no hay manera.
    Un abrazo

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