Tiene algo en la mirada que habla de mucho dolor pasado, de mucho dolor presente y de la promesa de mucho dolor para el futuro. Los infalibles jueces de los demás seguro que encontrarían mil razones para argumentar sus pesares y colgarla sambenitos y culpabilidades. A mí me parece que la suerte le ha sido esquiva un buen puñado de veces. Punto.
Hoy estaba muy guapa, como una actriz de cine clásico. Lo primero que ha hecho al verme, como siempre, ha sido arroparme con una sonrisa, y tirar a la papelera mis pesares. Me gusta cuando me habla con esa mezcla de quietud y relámpagos y me hace sentir como, cuando de niño, mi madre me daba la mano.
Pero cuando más me gusta es cuando se ríe. Tiene una risa que envidian todas las campanas de Roma repicando a la vez, una risa compuesta por Johann Strauss, con arreglos de Chopin y acompañamiento de ruiseñores y alondras, una risa que pararía una guerra, una risa que te explota en el corazón y se queda en tu cabeza como banda sonora de los sueños más divertidos.
Siempre me trata bien, con ese cariño que sienten las personas de buenos sentimientos por los chiflados sin remedio. Siempre me agradece el más pequeño de los gestos como si hubiese abatido las murallas de Jericó para ella. Supongo que lo hace porque adora ver a un tarado como yo con los ojos brillantes.
Sólo puedo decirle que, si yo manejara el timón del destino, toda su vida sería una carcajada. Nada más merecido.
Me encanta Diógenes que estés entrando en una fase que no sé si es de enamoramiento sumo o de total melancolía, pero por lo menos tiene gran vitalidad.
ResponderEliminarGracias por tus relatos tan frescos.
El tuyo lo he puesto en mi blog con publicidad para tí, para el pub y para la casa del Cubón.
Un abrazo
Conozco a esa niña. Explendido Diogenes, me has sorprendido muchisimo. Explendida la mujer, persona unica.
ResponderEliminarun abrazo a los dos
Plutaco (de Pluto), que no Plutarco