miércoles, 17 de julio de 2013

Mozo con ella

Anochece y la besa a ella en su aposento. Disfruta el sabor de sus labios. Roza a la vez la piel de la muchacha con sus dedos. Acaricia su espalda. La tiene como la quería desde hace mucho tiempo. Sigue lamiendo esa boca de rubores. Ya prenden los placeres. El joven es seductor gozándola. Ahora, la acuesta sobre el lecho. Va adosándola mansamente, siendo blando, decoroso con la novia. Sube él ya las manos, para tocarle los pechos. Los palpa en medio de la penumbra. Allí asiente en su belleza perpleja. Inmediatamente, le larga las prendas, manda lejos su brasier de seda. Acoge en el instante, las rosas extasiadas de esta enamorada, quien es rubia. Y ella ruborizada, se deja encandilar por la velada, porque ansía ser amarecida; creciendo a ardor, relumbra su dolor lascivo.     
Parejo el novio, perdura en excitación. Aún soba los senos de la chica, se los coge con unas ganas tremendas. Vibra él lleno a fogosidad. Más avanza hacia lo excepcional. Decide ya con aquiescencia, bajarle las tangas a su hermosa, Daniela. Entre tiemblos, le quita esas ligas blancas. Al tiempo, la contempla desnuda, abierta en flor, tupida de pétalos dorados. Esto delita a mayor, sus hambres sexuales. Según lo juntos, pasa el joven viril a subirse en la hembra. Su cuerpo se aprieta al de ella. De a poco, va entrando al fondo de su vagina, mojando asimismo sus vellos de néctar.
Y Daniela, gime entre la plácida agitación. A escasas, dice que pasito. El muchacho al comienzo le hace caso, pero después la penetra con rapidez, con fuerza, hasta la sacude a lo vehemente. De estremecimiento, sus cabellos se despelucan. Con furor, ambos se revuelcan sobre la cama. Ellos mueven sus caderas, agitan sus piernas hasta lo delicioso. Mientras, la noche se riega de marlas con polvo de estrellas, lo inmenso en creación.
Así, lo embelesado aumenta su curso. El joven la remece hasta lo impoluto. Hace que el sexo de la mujer se humedezca. El rio corre cada vez con más precipitación entre ellos. A solas, la sube para ponerla a vivenciar la misma eroticidad hasta cuando la libación suya, rebosa y mengua.  
Al cabo de todo el vino, él se desliga de Daniela, suspira bálsamos y respira descansos. Se siente todo satisfecho y por fin, ve que su sexo sangra escarlatas, porque sabe que ha dado primavera a la virginidad de ella, para así madurarla a su bella.


Fedorvelt

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia Creative Commons
La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.