Mi nombre es Joel y soy, o más bien era, un cazador de fantasmas. Ahora estoy muerto y quieren
cazarme. Irónico, ¿no? Pues sí, soy un fantasma y solo puede ser por una razón.
¿Adivináis cuál es? Claro que sí. Como todo buen fantasma, tengo un asunto
pendiente y no puedo irme hasta que lo zanje. Solo hay un inconveniente; no
tengo la más mínima idea de qué es lo que me ata aún al mundo de los vivos. De
cuál es mi cabo suelto. Lo que es un verdadero fastidio, porque ser un fantasma
no es nada divertido. La gente te atraviesa como el aire y sientes sus
intestinos donde antes tenías los tuyos, su cerebro donde estaba el tuyo y sus
pensamientos se mezclan con los tuyos. Es un verdadero incordio. Pero si esto
no os parece gran cosa, aún hay más. Marson, el que por 4 años ha sido mi…
¿cómo decirlo sin resultar cruel? Digamos que poco hábil ayudante en la caza de fantasmas, tras mi muerte parece
haber florecido, resurgido de sus cenizas cual ave fénix para vengarme. Y lo
que resultaba ser un estorbo en mis cacerías de transparentes (así llamaba a
los muertos cuando estaba vivo y ahora veo que es bastante ofensivo. Es decir,
los muertos no somos así porque nos guste… que me voy del tema), como os decía,
Marson, que siempre había entorpecido mi trabajo, ahora es un auténtico cazafantasmas.
Ya solo se dedica a cazar ¡A cazarme a mí!
No me malinterpretéis, estoy orgulloso de él. Le he
visto en acción y tengo que decir que es casi tan bueno como yo…, puede que
mejor. El problema es que él cree que ayuda a los muertos a cruzar, ¡qué
carajo!, yo mismo creía que los ayudaba, pero en realidad (y esto ha sido un
desagradable descubrimiento, creedme) es que literalmente nos aniquila. No
cruzamos ni volvemos, sino que somos enviados a la Nada. Dejamos de existir. Lo
he visto con mis propios ojos (metafóricamente hablando). La cuestión es que,
por muy mal que se viva como
fantasma, siempre es mejor que desaparecer.
A este paso, va a cazarme antes de saber qué tengo
por hacer. A no ser que… ¡Claro, debe ser eso! Oh, qué ciego he estado (de
nuevo, hablando metafóricamente). Solo me queda una cosa por hacer. En vida,
inconscientemente, mandé a muchos transp… quiero decir, fantasmas… envié a
muchos fantasmas a la Nada. Así, entiendo que es mi misión evitar que Marson
haga lo mismo. Ese es mi cabo suelto y ya sé cómo atarlo… Si todo sale bien, en
otra ocasión os contaré cómo morí.
Por cierto, desearle suerte a un fantasma nunca está
de más.
Natalia
Hammedi Tenaguillo
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