Las cosas no
iban bien. No estaba contento con nada. Hacía tiempo que una sonrisa había
modificado su cara.
Ni entendía, ni le entendían. Tampoco es que
él se entendiera a sí mismo. Realmente es que no entendía nada.
Era necesario un cambio.
Eso sí lo sabía, eso sí lo entendía. Pero ni
sabía cómo, ni tenía fuerzas para encontrar el cómo ni tenía idea de qué sería
ese como que le reconcomía y le comía la capacidad de imaginar, de buscar, de
encontrar…
Pero quería un
cambio. Lo necesitaba. Lo deseaba con todas sus fuerzas.
Y, mientras, nada podía hacer.
La impotencia
le dominaba, le indignaba… pero nada podía hacer.
¡Quería un
cambio!
Y una mañana,
en el aseo matinal, mirándose al espejo se preguntó: ¿Quién es ése?:
Quien le
devolvía la mirada en el espejo, no era él.
¿Le había dado
la vida una oportunidad?
MAN
No hay comentarios:
Publicar un comentario