Desde que me divorcié, mi cama se había
vuelto más cómoda sin tropezarme con ninguna pierna o con algún codo que se
introdujese en mi ojo. Pero hoy he dormido fatal. Un muelle del colchón se ha
rebelado contra mi espalda. En cuanto el reloj marca las diez horas, decido
perder el tiempo paseando por las calles de la ciudad. Necesito estirarme para
que el esqueleto y los músculos vuelvan a su sitio.
En el escaparate de una tienda de
muebles observo las últimas novedades. Las camas parecen confortables. Los
precios asequibles, buenos detalles, buenos acabados, incluso se integra el
conjunto con una mujer de carne y hueso bajo la colcha.
Leo el eslogan: "Ponga una cama con
mujer en su vida y sea feliz. Dos por uno."
Traspaso la puerta hipnotizado por la
oferta a pesar de mi reciente divorcio. Enseguida doy marcha atrás, por ningún
lado aprecio entre las características que anuncian, el hecho de que las camas
no sean carnívoras.
Eugenio Barragán Fuentes
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