martes, 9 de septiembre de 2014

La cama

Desde que me divorcié, mi cama se había vuelto más cómoda sin tropezarme con ninguna pierna o con algún codo que se introdujese en mi ojo. Pero hoy he dormido fatal. Un muelle del colchón se ha rebelado contra mi espalda. En cuanto el reloj marca las diez horas, decido perder el tiempo paseando por las calles de la ciudad. Necesito estirarme para que el esqueleto y los músculos vuelvan a su sitio.
En el escaparate de una tienda de muebles observo las últimas novedades. Las camas parecen confortables. Los precios asequibles, buenos detalles, buenos acabados, incluso se integra el conjunto con una mujer de carne y hueso bajo la colcha.
Leo el eslogan: "Ponga una cama con mujer en su vida y sea feliz. Dos por uno."
Traspaso la puerta hipnotizado por la oferta a pesar de mi reciente divorcio. Enseguida doy marcha atrás, por ningún lado aprecio entre las características que anuncian, el hecho de que las camas no sean carnívoras.


Eugenio Barragán Fuentes

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