Titánica lid, subyugante. Contrito,
enarbola su arma, la punta esmeralda al cenit. Inerme, anegada en lágrimas de
sangre, aguarda su fin. Absortas las legiones, pactan tregua efímera. Mutismo
absoluto. La hoja riela fatal sobre su enemiga. De súbito, ella profiere
sollozando: “¡Hazlo ya!... Fui tuya… ya nada importa”. La réplica
desgarra los corazones mortales: “¡No!”, espléndido, herético proclama, “¡Nunca
lo haré! Así caído te amaré aunque el Infierno y el Empíreo extingan nuestro
idilio… nuestras alas…”. Revelación Ahé.
MiA
Y. Rziel
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