Sexto Accésit del II concurso de relatos hiperbreves ma non troppo 'La siguiente la pago yo'
No
puedo dilatarlo más tiempo, ella me espera agazapada en su rincón y sé que será
inexorable conmigo. Dicen que exagero, pero su presencia es ineludible mientras
estoy en casa y, cuando la dejo atrás y me sumerjo en la rutina diaria, su
recuerdo no deja de asaltarme en cualquier momento. Lo cierto es que vaga sobre
mí como una sombra. He de reconocer que muchas veces resulta odiosa, pero me compensa
con grandes alegrías, sobre todo cuando le soy fiel. Sí, he de reconocer que es
fría, pero sincera como nadie y hasta creo que, de alguna manera, me aprecia;
aunque solo sea por el tiempo que llevamos juntas, desnudas siempre la una pegada
a la otra. Ambas nos necesitamos, ella sin mí no sería nada, solo un estorbo.
Sin embargo, cuando la cubro y me subo encima suya sé que goza, que se realiza
y se enciende satisfecha y radiante. Sí, eso también es cierto, no solo
disfruta conmigo. Pero yo soy su adepta más ferviente, la más fiel, su existencia
es la mía y de ella dependo. Qué haría yo sin ti, amiga del alma y del cuerpo.
Nuestra relación no les gusta mucho a mis familiares y amigos pero, qué sabrán
ellos… Ea, no dilatemos más el momento, la cama está fría, el día viene
revuelto, solo su aprobación me sacará de esta incertidumbre sin cuento. Voy
hacia ti resuelta y segura de tu asentimiento, no he cubierto mis carnes, mis
pechos bailan felices a tu encuentro y también mis glúteos, mis muslos y hasta
mi cerebro; todo has de tenerlo y sopesarlo tú, mi querida Remedios. Hoy estoy
tan deseosa que voy a dejar la ducha para luego y, si acaso después del aseo,
aunque solo sea por el orgullo satisfecho, volveré a encumbrarme sobre tu lisa
piel suave, como un acróbata sobre su jumento. Qué desazón y qué alegría al
mismo tiempo, porque sé que esta vez también tendré tu consentimiento. Como
siempre estás fría, mis pies aguantan la impresión impertérritos y de pronto
viene el éxtasis en cuatro cifras de luces rojas: sesenta y nueve y medio; aún
puedo desayunar hoy un cruasán, una magdalena o un buñuelo de viento. Y después
marchar, como una rosa, al desfile de modelos.
Manuel
García-Fogedas Fernández-Infantes
Jo Manuel, si tu supieras, mi báscula no está en su sitio nunca, se esconde y se ha querido suicidar.
ResponderEliminarMuy simpático y hasta el final me he imaginado varias historias diferentes. Enhorabuena.
Un saludo.