Conocí a un chico. Se llamaba Carlos. Carlos
Siemens. Él me dijo que pertenecía a la familia de los fabricantes de
electrodomésticos. Salimos juntos varias veces. Me atraía.
Una tarde, tomando café con mis amigas, yo echaba un vistazo a una Interviú.
De repente, un
anuncio a toda página de un
frigorífico SIEMENS. Lo recorté.
En el armario de mi habitación, en la residencia de
estudiantes, yo tenía pegada una hoja de una revista con la publicidad de un frigorífico Siemens. ¡La
de explicaciones que tuve que dar!
La de risas, a
escondidas, que tuve que provocar.
El chico Siemens
me dejó plantada una tarde
de domingo en la salita de espera de mi residencia, unas horas después de que yo, pendiente sólo de
mi cita, rechazase la invitación de mi amiga Ruth que con todo el gusto me había
preparado un estupendo desayuno.
Tras el plantón volví a mi cuarto, quité el
frigorífico de mi armario. Abracé a mi amiga.
Lloré.
No volví a saber nada de él.
Casi dos años después, una tarde, el chico frigorífico
me llamó. Le dije que lo sentía, que me
perdonara pero que no recordaba quién era.
Ni que decir
tiene que no compro electrodomésticos
Siemens. Por principios.
Nancy
Grijander
Hola, querría ponerme en contacto con vosotros respecto a este post. ¿Sería posible contactar? Me gustaría además que no publicarais mi comentario. Gracias
ResponderEliminar(carloshs@me.com)