viernes, 3 de mayo de 2013

Usted es diferente


-Usted es diferente. ¿Se cree que no lo sé?
La niña saltaba de la acera a la calzada y de la calzada a la acera. Nada peligroso, dado que por esa calle no circulaban vehículos. En realidad era una calle inacabada dentro de un barrio inacabado, como si alguien se hubiera olvidado de él a medio hacer y se hubiera ido a otra cosa.
La niña tenía que pasar por allí cada día para volver del colegio a casa.
-¿Qué quieres decir con eso de “diferente”? –preguntó el hombre.
Ella echó una bocanada de vaho como si fuera estuviera fumando.
-Ya lo sabe. ¡Mire!
Señalaba una mansión de tres plantas, de piedra muy blanca, sin puertas ni cristaleras. Era la casa más exuberante de la calle. A menudo se quedaban un rato a mirarla.
-¿Han hecho algo nuevo? –preguntó la niña.
-Creo que no –dijo él -. Pero esa parte del tejado me hace dudar.
-¡No estaba! ¡Es verdad, van a acabar la mansión! ¿Cuánto cree que puede costar? Tengo que empezar a ahorrar para cuando sea mayor de edad y pueda dar una entrada. ¡Espero que nadie la compre antes…!
Los aspersores del jardín se dispararon inesperadamente, y la niña se agarró al brazo del hombre.
-¿Por qué están regando? –preguntó.
-Debe ser automático –contestó él.
-Pero si no vive nadie, ¿por qué riegan? –insistió la niña.
El agua salía con violencia de los aspersores en espasmos monótonos. Siguieron caminando para no mojarse.
-Claro que si me compro la casa tiene que vivir alguien más por aquí., porque si no, mi madre… Tiene miedo de que se me acerquen desconocidos. Tendría que contarle que me acompaña usted muchas tardes. Estaría más tranquila.
Habían llegado al final de la calle.
El hombre se agachó y le dio un beso en la mejilla mientras apoyaba los dedos en su nuca. Ella cerró los ojos. Le gustaban esos dedos grandes y ásperos, diferentes a los de su padre. Estuvieron así un buen rato hasta que la niña pareció despertar de un sueño, sonrió y se fue.

Álex José Recoder

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