La sala abovedada donde trabajo es lúgubre y silenciosa, sólo accesible
a través de una interminable escalera descendente. Su único mobiliario son unas
estanterías metálicas, con cajas de seguridad, dispuestas en ambos laterales,
dibujando un estrecho pasillo…
Todo comenzó años atrás con aquel anuncio en un diario de la mañana: “Se precisa persona disciplinada, sin
compromisos laborales ni familiares, para custodia documental 0330 LBT”. Lo
de “0330 LBT” me llamó la atención… ¿Un nuevo dispositivo multimedia? ¿Quizás
un código de vuelos low-cost?... Impregnada de curiosidad, envié mi curriculum.
A los pocos días recibí una llamada telefónica. Una pausada voz varonil
preguntó:
- ¿Señorita Elvira Cuadrejón?
- Sí, soy yo. ¿Qué desea? –respondí intrigada.
- Ha sido elegida para el trabajo anunciado en El Rumor. Mañana, a las nueve en punto, un automóvil pasará a
recogerla en el portal de su domicilio. Le rogamos discreción…
El lujoso coche negro con las lunas tintadas acudió puntual. Tras un dilatado
recorrido el críptico conductor detuvo el vehículo frente a un vetusto edificio
solitario. Sin mediar palabra alguna descendió del coche, abrió la puerta
trasera y me invitó a bajar. A continuación me entregó un sobre cerrado
mientras me señalaba una puerta secundaria, situada a la derecha de la entrada
principal del edificio. El vehículo se alejó y desapareció de mi vista. En ese
momento observé el texto que figuraba escrito en el frontal del sobre: “0330
LBT”…
Algo confundida y nerviosa encendí un cigarrillo y me acerqué hasta la
puerta que me había señalado el chófer… Su aspecto era de abandono, con la
madera enmohecida, pero la cerradura lucía resplandeciente. Abrí el sobre y extraje
la llave alargada que había en su interior. Al ir a guardar el sobre en mi
bolso ví que también contenía una cuartilla plegada en la que figuraba una lista
de nombres propios masculinos, todos ellos diferentes, ordenados
alfabéticamente… Abrí la cerradura sin dificultad y descendí por la escalera
lentamente hasta esta sala abovedada, que desde ese día, ya muy lejano, se
convirtió en mi lugar de trabajo…
Confieso que mi actividad laboral es extraña, sin contacto directo con
los responsables de mi contrato, pero muy
bien remunerada… Los esporádicos visitantes que se adentran en la sala, tras
identificarse debidamente con alguno de los nombres de la lista, se afanan en
hacer múltiples anotaciones manuscritas… ¡Ah! Es que no os he comentado que “0330
LBT” hace referencia a las “33 LIBRETAS” depositadas y custodiadas por mí en esta
recóndita sala…
No sé… Tengo el presentimiento que muy pronto alguien influyente me
reclamará la llave, perderé mi empleo y esta sala abovedada permanecerá cerrada
para siempre…
Robin
Hood
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