Vago, sin norte, fugitivo del día en que
habita, un hombre encuentra en el andén un billete de lotería que no ha jugado
aún. Mirándolo constata que el número coincide con la dirección de su casa:
1209, cifra que a la vez es una fecha próxima a llegar. Sabiendo que su madre
está desahuciada, y el 12 de septiembre es el día programado para quitarle el
respirador, el hombre, creyente en la teoría de las compensaciones, se aferra a
la idea de que ese día, tras la muerte de su madre, se va a ganar la lotería,
lo cual atenuará su dolor. Se convence de que si su vaticinio se cumple, su
estado de ánimo irá del dolor a la dicha, lo cual es algo que sólo él entiende.
También, consciente del múltiple color
de las probabilidades, considera posible que gracias a un milagro su madre no
muera y la suerte, a su vez, imponga un número distinto a la lotería, lo cual
es algo que no quiere entender.
El día señalado la madre muere y el
número de la lotería no es el del billete encontrado, lo cual es una probabilidad
que el hombre no había previsto. Ahora su estado de ánimo fluctúa entre la
frustración y el sufrimiento, lo cual es algo que cualquiera puede entender.
Amílcar
Bernal Calderón
No hay comentarios:
Publicar un comentario