“Cuando
la tentación te asalta y te expone a sus hedónicas virtudes, el camino de la
huida es imposible”, debieron ser estas tesituras las que rondaban la cabeza de
Camila cuando urdía su malévolo plan de ataque. En su punto de mira, la enorme
espalda de su víctima, inocente y ajena al golpe que habría de sufrir en un
instante. No podía esperar más tiempo o debería abortar la misión. Abrió la
bolsa de plástico y comenzó mentalmente la cuenta atrás.
-
“Uno…” - y se dijo que el fin justifica los medios.
-
“Dos…” – convencida de que apenas conocía a ese hombre.
-“Tres…”
- aguantó la respiración y se abalanzó sobre su objetivo con un gesto rápido y
preciso, dejando tras de sí sólo los restos de un sucio mostrador tras su
delito.
Y
huyó la pequeña Camila a su escondite en el parque chico, y acabó con un
empacho de pastel de fresas y de arándanos.
Noemí Jiménez
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