Había una vez una niña muy traviesa llamada
Agripina. Agripina vivía en un jardín donde todo le estaba permitido, excepto
una sola cosa: no podía quitarse sus zapatos. Los demás niños acataban la orden
sin problemas, mas Agripina, que era muy curiosa, no pudo aguantar los deseos
de saber el por qué. Luchó varios días por no incumplir la regla, pues sabía que de hacerlo la mandarían de regreso con sus
padres. Pero no pudo controlarse y una noche, cuando ya todos dormían, se
internó en su habitación y comenzó a quitárselos. Entonces se encontró con que
no tenía dedos.
Amanda
Rosa Pérez Morales
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