Pagó un alto precio por ser una estrella, un ídolo,
un referente único. La suya fue una historia con final traumático, ensangrentada, no exenta de morbo,
de múltiples simbolismos e insondables misticismos. Una historia mediática que
se reinventa cada primavera en medio de un mercantilizado fervor con olor a
cera quemada. Una historia aderezada con una pizca de falso respeto, dos gotas
de culpa y una proporción nada desdeñable de sexo. Idónea para la arquitectura
del cuento. “Corpus hipercubicus”: una
cruz. Dalí: un genio.
Ramón Freixenet Estol
rfreixenetestol.blogspot.com
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