Lo que más me gusta de ir al trabajo es
sin duda la hora de la comida. Me resulta interesantísimo poder observar una
mesa para veinte llena de humeantes, multilavados y atomatados “tapergüer”
de los chinos junto a neveritas o bolsas isotérmicas de propaganda para
transportarlos (las de ellos, marcas de bebidas alcohólicas o del Real Madrid y
las de ellas Vives Voucher, Pinky Winky o Hi Kitty). Lo que me
llama la atención de la escena no es lo mal que sale el tomate en el
lavavajillas aunque uses pastillas de marca (qué fastidio, de verdad) o la
peste que se queda en el pasillo que lleva a la sala de descanso cuando alguien
calienta pescado a la meniere o al estilo “Karlos Marmitako”, sino
lo sano que comen todos ellos, sin excepción.
Cada miembro del Comando “Triple P”
(Piña, Pavo y Pollo) entra en la sala de descanso con su tupper ardiendo
entre las manos, sonriente como si tuviese la hipoteca pagada, convencido de lo
sana y desequilibradamente light que es su dieta aunque realmente su
aparato digestivo sabe que en cuanto salga del trabajo vendrá la comida de
verdad, con su bolsita transparente de cómo máximo cinco colines integrales de
pipas de calabaza y nueces de Macadamia (yo tampoco gasto otras), cubiertos de
tamaño y color inferior al habitual y por supuesto su lata de piña al natural.
Qué momento tan apasionante, tanto o más que ese insípido y digestivo postre.
Puedo afirmar que si sumáramos el aporte
calórico de todos los tupper de la mesa juntos, no creo que alcanzaran
las 1.500 calorías y eso cuanto menos es sospechoso toda vez que la talla media
de los comensales estaría en la 40, si tomamos como referencia la medida de las
tiendas de ropa “De Pleno” o “Y Punto, Román” y una 44 en caso de
que fuera de “Estradivandalus” o “Zahara”.
Este detalle me invita a pensar varias
cosas; por un lado que tienen las tablitas de madera de casa reventadas de
tanto cortar salchichón, cabeza de jabato y lomo de cabecero de
merendola y por otro, que todos ellos son accionistas de “Campofrío” y por las
noches le pegan duro a las salchichas XXL deluxe con queso brie,
en caso contrario no sé qué explicación puede tener que no adelgace ni “Perry”
con tan selecto ambigú.
Aunque lo más curioso no es lo que comen
mis compañeros o el menudeo de L-Carnitina que se respira por allí sino que a
pesar de lo relatado, el que suscribe se deja caer a eso de las 13:00 horas por
el comedor “KH-7” (desengrasante por antonomasia) para intentar por
medio de un improvisado chascarrillo, comer por la patilla; eso sí que
es deplorable. Hay que ser sinvergüenza (que lo soy) para sustraer un pedazo de
pan siendo el único carbohidrato que hay encima de la mesa; desde luego no hay
derecho.
Aven
No hay comentarios:
Publicar un comentario