Recibió el primer mensaje hacía nueve años y casi
había logrado convencerse de que aquella aventura no había sido sino un sueño
de la infancia pero allí estaba, como aquella vez, un papel de plata pegado al
espejo.
Al Rey Blanco no le gustaba esperar así que olvidó
los malos recuerdos y leyó la nota: “NinaRi,
pequeña NinaRi, encuentra la manzana de rubí y sálvame”.
Ahora la llamaban Nina a secas, sin esa rídicula ‘r
francesa’ que le traía recuerdos de un divorcio, una madre incrédula y un sueño
infantil sobre un mundo imaginario. No, aunque fantástico era real y
necesitaban de nuevo su ayuda.
Dobló el papel de plata y lo guardó en su chaqueta,
se dirigió al espejo y miró su reflejo. No, si lo hacía, lo haría bien.
Revolvió en su viejo baúl buscando un regalo de su madre, de una semana antes
de desaparecer, cuando aún eran amigas.
Se puso su boina roja y volvió frente al espejo.
Tres palmaditas al corazón, tres golpes al espejo. Cerró los ojos y extendió el
brazo. Sin miedos, NinaRi regresaba a Inversa.
Puede que nadie lo conociera pero allí era la
heroína de todos los tiempos. Pluma la saludó desde el cielo, una lechuza que
sabía de todo lo que fuese necesario, esa era su habilidad. “Bonjour, chère amie” respondió NinaRi
con un acento francés excelente. Pero no era momento de hablar, el tiempo
apremia y la luna no tardaría en esconderse. Extendió el papel de plata y las
letras se iluminaron.
Como un gigante, apareció el “Laberinto de lo
Buscado” y Pluma, desde las alturas la guio hacia el centro del mismo. Habían
pasado varias horas cuando llegaron y descubrieron un árbol blanco con un
letrero “Quise ser gigante y rozar las
nubes. Quise cambiar de ambiente y favor no tuve”.
“Es el Rey
Blanco, la Bruja Roja lo transformó en árbol y desde entonces, perenne, observa
las estaciones” ululó
Pluma en su mente. Comprendió que la manzana de rubí era el corazón del rey
pero ¿dónde encontrarlo? Clandestino, su fiel montura, cuya habilidad era
detener el tiempo la llevó al Monte Sincero “¡Muéstrame
montaña, dónde está la manzana!”.
Se vio a sí misma con ocho años mordiendo una
manzana de Inversa: blanca la cáscara, roja la pulpa. Era ella, con un rubí por
corazón, cuya alma de niña quedó atrapada en un mundo extraño que ahora quería
gobernar.
Así fue como se detuvo el tiempo en Inversa, y eso
era algo que Pluma ya sabía.
Mónica
Santana Olivares
mokuentos.blogspot.com
mokuentos.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario