jueves, 7 de noviembre de 2013

El secreto

Recibió el primer mensaje hacía nueve años y casi había logrado convencerse de que aquella aventura no había sido sino un sueño de la infancia pero allí estaba, como aquella vez, un papel de plata pegado al espejo.
Al Rey Blanco no le gustaba esperar así que olvidó los malos recuerdos y leyó la nota: “NinaRi, pequeña NinaRi, encuentra la manzana de rubí y sálvame”.
Ahora la llamaban Nina a secas, sin esa rídicula ‘r francesa’ que le traía recuerdos de un divorcio, una madre incrédula y un sueño infantil sobre un mundo imaginario. No, aunque fantástico era real y necesitaban de nuevo su ayuda.
Dobló el papel de plata y lo guardó en su chaqueta, se dirigió al espejo y miró su reflejo. No, si lo hacía, lo haría bien. Revolvió en su viejo baúl buscando un regalo de su madre, de una semana antes de desaparecer, cuando aún eran amigas.
Se puso su boina roja y volvió frente al espejo. Tres palmaditas al corazón, tres golpes al espejo. Cerró los ojos y extendió el brazo. Sin miedos, NinaRi regresaba a Inversa.
Puede que nadie lo conociera pero allí era la heroína de todos los tiempos. Pluma la saludó desde el cielo, una lechuza que sabía de todo lo que fuese necesario, esa era su habilidad. “Bonjour, chère amie” respondió NinaRi con un acento francés excelente. Pero no era momento de hablar, el tiempo apremia y la luna no tardaría en esconderse. Extendió el papel de plata y las letras se iluminaron.
Como un gigante, apareció el “Laberinto de lo Buscado” y Pluma, desde las alturas la guio hacia el centro del mismo. Habían pasado varias horas cuando llegaron y descubrieron un árbol blanco con un letrero “Quise ser gigante y rozar las nubes. Quise cambiar de ambiente y favor no tuve”.
“Es el Rey Blanco, la Bruja Roja lo transformó en árbol y desde entonces, perenne, observa las estaciones” ululó Pluma en su mente. Comprendió que la manzana de rubí era el corazón del rey pero ¿dónde encontrarlo? Clandestino, su fiel montura, cuya habilidad era detener el tiempo la llevó al Monte Sincero “¡Muéstrame montaña, dónde está la manzana!”.
Se vio a sí misma con ocho años mordiendo una manzana de Inversa: blanca la cáscara, roja la pulpa. Era ella, con un rubí por corazón, cuya alma de niña quedó atrapada en un mundo extraño que ahora quería gobernar.
Así fue como se detuvo el tiempo en Inversa, y eso era algo que Pluma ya sabía.

Mónica Santana Olivares
mokuentos.blogspot.com

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