viernes, 7 de marzo de 2014

Una larga travesía

Tú y yo navegamos en un viejo barco, desarbolado por innumerables tormentas, y con un agujero en el casco que lo hunde lentamente.
A pesar de todo, somos incapaces de abandonarlo y, juntos, luchamos por mantenerlo a flote. El esfuerzo nos deja agotados y, entonces, surgen las peleas, los reproches, las acusaciones.
En las noches en calma, bajo las estrellas, aún podemos sentir el viejo amor que nos une, y somos capaces de recordar porque nos embarcamos en esta aventura.
Al pasar cerca de una isla, cansado de nuestras peleas, me arroje al mar. Nade con todas mis fuerzas hacia la costa, hacia la libertad.  Al pisar la arena, volví la mirada hacia mar abierto. Estabas sentada sobre la cubierta, quieta, mientras el barco se hundía.
Nade de vuelta, subí a bordo y, sin decir nada, me puse a achicar agua.
Aun estamos ahí afuera.
Luchando.
Amando.


laocasionperdida

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