Andrés era una de esas personas que, como
se dice coloquialmente, siempre iban de frente. Cuando estaba de buen humor
decía, con un criterio muy discutible, que yendo de frente no había manera de
que a uno le dieran una puñalada por la espalda.
Esto, que así dicho, y de primeras,
pudiera parecer una virtud, en el caso de Andrés, al aplicarse literalmente, se
convirtió en algo insoportable.
En las reuniones siempre entraba el último
y se iba el último, en la trainera siempre era el patrón, en la piragua el
último remero…y de consumar mejor ni hablamos.
De trato afable, siempre se cuidaba de no
discutir con nadie. Pero como el único modo fiable de que dos no discutan es
que nunca coincidan, lo que añadido a que normalmente uno, así, discutir, lo
que se dice discutir en serio, sólo
discute con aquellos que quiere, Andrés discutió una, y sólo una vez, con un
amigo.
Su amigo, marinero de profesión, ya
instalado en el psiquiátrico y hermético él, sólo acertaba a decir a los que le
preguntaron sobre Andrés que era como si llevara aparejado a su espalda el fin
del mundo.
En sus relaciones íntimas, y aunque nunca
desdeñó a las mujeres, le tiraron más los hombres. Pero en lo que todos
coincidieron es que siempre fue considerado aquello que eufemísticamente se
conoce como el miembro activo de la relación.
Autónomo y ácrata de carácter, obviamente,
nunca aceptó que le siguieran por lo que tampoco fue nunca considerado por sus
compañeros como un líder.
Con el tiempo, debido a su radicalidad
respecto a aquello de ir siempre de frente, y antes de la penúltima reforma
laboral, debido a la mirada y a la llave de yudo, ambas demoledoras, con las
que obsequió al máximo publicista de la empresa tras intentar cerrar
amistosamente una aportación millonaria con una palmadita en la espalda, fue
relegado al trabajo de recepcionista, ideal para él, ya que según dijo el
consejero delegado de la empresa medio en broma pero muy en serio: así siempre
estaría de cara al público
Así llegamos al porqué en la fachada
principal de la sede de la compañía, gracias al director de márketing que por
algo es el que mejor vive y el que más cobra, se puede contemplar un inmenso cartel
con su rostro, en lo que a día de hoy es la imagen de Demediado S.A., empresa
de contactos para casados cuyo lema reza “Según se mire”. La empresa, ni que
decir tiene, se está forrando.
Carlos Enrique Rodrigo López
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