- No debes
temer a los sueños, los sueños son reacciones de nuestro yo latente ante la
sociedad, la ley opresora, la injusticia… son parte de nuestro yo más
reivindicativo que se revela- se explayó el psiquiatra gustándose.
- Ya
doctor… pero aunque sólo lleve viniendo quince días usted ya me conoce… soy un
hombre inseguro y pacífico… llevo semanas soñando que mato a un hombre… ya no
sé que método me falta por ejecutar… le he ahogado con mis propias manos, le he
sumergido en un estanque atestado de pirañas, le asestado un navajazo en el
estómago…- contestó el paciente mirando al suelo, avergonzado como un niño que
acaba de romper un jarrón con una pelota.
- A mí si
me dieran a elegir me limitaría a un único y certero disparo- dijo el doctor
riendo francamente.
- Se
agradece la recomendación- contestó el
paciente en un honroso y lastimero intento de proseguirle la broma.
- Tranquilo
Román, todos pasamos malas épocas, días malos y días peores los llamo yo,
llegue a la raíz y extírpelas, uno de los privilegios que tiene el hombre es
tocar fondo y empezar de cero.- expuso paternal el doctor con ese tono
compasivo que utiliza la gente cuando las cosas le van bien.
- Se ve
que a usted sí que se le cumplen los sueños…- replicó sin segundas un entregado
Román.
- Hace un
par de semanas se me cumplió uno, menuda mujer…- sonrió pícaramente el doctor para
quitarle un poco de melancolía al asunto, mientras se levantaba dando por
concluida la sesión.
Román,
algo más tranquilo, y ya en casa, se dirigió al altillo de la cocina y cogió
una caja de madera cuidadosamente envuelta en papel de regalo, la desenvolvió,
descorrió la tapa y extrajo de ella su beretta. Tras contemplar la pistola unos
segundos en todo su esplendor, la aplicó el silenciador y salió de casa: “a fin
de cuentas no soy ningún sádico” se dijo ya más animado mientras subía de dos
en dos las escaleras de la consulta del doctor.
Carlos Enrique Rodrigo López
No hay comentarios:
Publicar un comentario