domingo, 23 de junio de 2013

A Castilla

  
A esa Castilla que me vio nacer, y a la que he ido queriendo cada vez más.

   A esa Castilla, con su eje vertebrador que es el Duero, hacia donde camina toda agua, en cuyos alrededores se repite cada año esa tradición, más aún, ese rito, que es la vendimia. A esa Castilla que sabe a vino y a lechazo.

   A esa Castilla de inviernos fríos junto al fuego de la chimenea, amenizados por la matanza, y de veranos calurosos y noches frescas, noches de fiesta en las plazas de los pueblos.

   A esa Castilla folclórica, de jotas, dulzaina y tamboril. La del canto de la perdiz por el rastrojo, la del corzo al pasear por el monte.

   A esa Castilla rural y agricultora, urbana y monumental, la de las puestas de sol desde lo alto de las colinas, la de las romerías en las ermitas, la de las procesiones, la de los castillos, la del frescor perfumado al caer el sol en las tardes de verano.

   A esa Castilla, la del rebaño de ovejas, la del pastor que te ofrece vino y queso cuando te acercas a saludarle, la de sus gentes sobrias pero nobles.

   A esa Castilla, la histórica, la que luchó por su libertad en Numancia o en Villalar de los Comuneros.

   A esa Castilla de largos y maravillosos veranos en sus pueblos durante la infancia. A esa Castilla a la que todos volvemos para descansar cuando somos adultos.

   A esa Castilla, donde he pasado los mejores momentos de mi vida, la que llevo en el corazón, la que siempre ocupa mis pensamientos.

 A esa Castilla, a la que siempre regreso...


                                                                                                                     EL RURAL

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