Cuando uno lo ve así,
desgastado y maltrecho, debería tener la fuerza de decir basta, porque uno sabe
que no tiene vuelta. Uno debería poder tragarse la esperanza y tener la fuerza
suficiente para tomar la decisión. Porque uno sabe que se está en las últimas,
debería poder poner fin a todo el dolor que lo aqueja. Eso, sin contar con los
daños colaterales que la agonía del susodicho ocasiona en quienes le rodean.
Uno sabe que tiene que terminar con el sufrimiento, acabar de un sablazo con la
congoja y apurar el inevitable beso de la muerte que se siente revolotear cerca
del lecho; pero uno lo mira directo a los ojos y se desarma. Uno lo quiere. A
uno no le gusta sufrir y sin embargo, no es tan fácil aplicar eutanasia a un amor que se está
muriendo.
Calia Andrade
Totalmente de acuerdo contigo. No podria haberlo expresado major de lo que lo haces tu.
ResponderEliminarMuy sentido.