Se ha vuelto a levantar verde. No es un
verde feo pero sí resulta un tanto melancólico. A la gente no le gusta y rehúye
por temor a contagiarse. Quizás esta tarde vayamos a espantar al público del Thyssen para así recrearnos
en sus exposiciones con mayor libertad. Suele funcionar. Cuando su impaciencia
o el stress nos tiñen de rojo escarlata, también conseguimos efectos similares.
En una ocasión llegamos incluso a desalojar la plaza Mayor en plena Navidad.
Lo cierto es que últimamente andamos en la
gama de los pardos, aunque podría ser peor. Recuerdo aquellos días en que se
rumoreaba un recorte de plantilla en la empresa. Le invadió una congoja y tal
desazón que su aspecto ceniciento hizo que las autoridades sanitarias dictaran
como medida de salud pública una resolución de internamiento obligatorio contra
él, hasta cambio de tonalidad.
Me pregunto dónde estarán aquellos días
fluorescentes, fucsias, limas y turquesas de hace unos años. Los amarillos como
la luz del sol, los naranjas afrutados que endulzaban cualquier iniciativa.
Recuerdo aquel día en que su voz sonaba azul celeste, aquel otro en que su
mirada se vertía color plomo irisado y como si de un imán se tratara, atraía a
propios y a extraños. Le sentaba bien. Nos sentaba bien.
Y ahí estábamos, a punto de salir hacia el
museo cuando por sorpresa recibimos la visita de mi primo el cura. Su aspecto
era tan blanco que prácticamente se confundía con las paredes del salón.
Después del protocolario hola que tal estáis cuanto tiempo sin vernos, comenzó
a disertar sobre lo fácil que resultaba pintar nuestras emociones y lo difícil
que era evitar contaminar con ellas nuestro paisaje y a los que habitan en él.
Efectivamente nos había leído el pensamiento. Sabía que estábamos intentando
recuperar el lustre, pero lo que no midió fueron las consecuencias. Provocó que
mi hijo deseara con tal vehemencia ser transparente que lo consiguió en
cuestión de minutos y nunca más le volví a ver.
Rubita
Felicidades por este relato Rubita, me gustó mucho tu paleta de colores.
ResponderEliminarSaludos.
Precioso y... extraño.
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