El sueño de todo
empresario dedicado al hospedaje y a la hostelería es poner en su
establecimiento el cartel de “todo lleno”, y a la vez ese sueño es una
pesadilla al no poder satisfacer las demandas de nuevos clientes, perdiendo,
por tanto, suculentos beneficios. Esto es lo que cierto día le pasó a Lucifer:
el Infierno estaba ocupado al cien por cien de su capacidad, no cabía ni un
alma más, y es que los pecadores aumentaban minuto a minuto en la vida
terrenal, y él era el único que podía alojar a esas almas en su institución y
ofrecerles penitencia con pensión completa. El problema no era pequeño, ya que
tenía que encontrar rápidamente una solución para poder dar cobijo a las
numerosas solicitudes que cada día le llegaban de nuevos penitentes. La
ampliación de sus recintos no era posible, el Infierno está bajo tierra y tiene
unos límites a los que ya había llegado con sus internos hacía tiempo, todo
estaba completamente saturado, ojalá tuviese la suerte de tener la extensión y
los espacios que tienen en el Cielo, que es infinito, y además apenas les
llegan demandas de internamientos. Se puso a darle vueltas a su cornuda y
caprina cabeza, y halló la respuesta de forma casual mientras miraba como uno
de sus sirvientes satánicos llenaba un saco con los despojos de los condenados
a ser descuartizados cada día: al obligar el saco, éste se rompió, saliendo
restos por el agujero producido conforme el empleado metía otros. Eso haría él,
a la vez que recibiera nuevas peticiones para entrar en su anti-paraíso,
enviaría de vuelta a la vida terrenal, por orden de antigüedad, el mismo número
de almas en forma de reencarnaciones, dándoles así una oportunidad de
resarcirse de sus malas acciones pasadas con una nueva vida en la que hacer
méritos para poder solicitar la ascensión al Cielo, o la caída de nuevo al
Infierno si volviesen a ser malas personas y a pecar, y en esos espacios libres
daría cabida a esas nuevas almas recién llegadas y dispuestas para recibir sus
castigos correspondientes.
La solución es
perfecta, y así la lleva aplicando los últimos siglos. ¿Será por eso que cada
vez hay más gente malvada sobre la faz de la Tierra?
Juan Fran Núñez Parreño
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