jueves, 22 de agosto de 2013

La lavadora

Era un sibarita, un gourmet, un hombre que sabía disfrutar de lo bueno, y todo ello sin importarle el color ni la procedencia de su dinero que él enjabonaba, lavaba y planchaba en la lavadora de su conciencia. Cuando la palabra “crisis” llegó a su vida, ni se inmutó. Su mujer podría seguir luciendo sus joyas y abrigos de pieles y los niños seguirían acudiendo  colegio más caro de la ciudad.
Por eso, cuando se vio en el juzgado, no le sirvió de nada su apelación: se descubrió el lavadero y el sibarita dio con sus huesos en la cárcel, su mujer vistió de rebajas y los hijos tuvieron que ir a un colegio público.
Durante muchos años, siguió purgando sus delitos en la lavandería de la cárcel.


De Acuario

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