Despierto deprisa.
Mi paisaje es distorsionado por la ventana
de círculos, uno y otro, enlazados, encadenados, oscilan con mi cabeza, ríen a
carcajadas estridentes que lastiman mis oídos y murmuran ´´ tu cabeza es una
maceta de adonis´´ .La noche es roja, la luz
necia; alucino un ángel azul en bicicleta, todo en él es marcadamente
azul; es un ser azul de cabellos azules, de pálido rostro azul, que viaja en
una bicicleta vintage de principios de algún siglo. La ventana se acerca a
mostrarme la calle con claridad, una orgía de almas mezquinas y corruptas que
integran la maraña sórdida de la vida nocturna. ¡Ah! la vida nocturna, casi
cómica, Cargada de excesos y lujuria.
Llegan a través del espejo empañado de mi memoria recuerdos de
historias que me obsequiaron los años,
escucho frases absurdas entre mezcladas, discursos de ebrios. El ángel ha
bajado de su bicicleta; ha venido a asesinar a los vagos que orinan en el
callejón contiguo a mi ventana, mientras leo revistas triviales, decoloradas y
sucias hasta sumirme en un ligero sueño.
Despierto de prisa, la sobriedad me ha poseído. Murmuro `` Mi
cabeza no es una colección de flores infames´´ Lavo mi rostro y asumo mi estado
fumando un cigarro de sabor amargo y hostiagante.
Durante el día las señoras se sientan en
el parque, atienden a los bebés, obsequian pan a las palomas y chismorrean de
las noticias locales. Yo las observo, sé cuando llegan y a qué hora partirán, a
veces miran mi ventana y susurran entre
ellas, ocultando sus ojos de mis ojos, hasta que se levantan y se marchan a
vivir sus vidas lejos de mi.
Y vuelve la noche con su estridencia y su
peste etílica. Vuelve el sexo comprado, el regalado y el arrebatado, vuelve mi ángel, el espejismo
que he construido con trozos de los
ángeles de colores desleídos, rostros disturbados y cuerpos desgastados que
destazo cada noche, uno y otros desfilan ante mí en busca de libaciones que les
brinden el hórrido sentimiento de la libertad; no hay elíxir tan dulce ni poción
tan amarga como el néctar de mí; el frenesí que me invade bajo el destello
seductor de la hoja que se cierne sobre la languidez que me apresa y me
adormila.
Despierto deprisa bañada por el sol, tendida sobre una mancha oscura, la piel
imprimida con intrincados dibujos. Un tipo me mira y dice con convencimiento
´´suicidio´´.
Ventana de círculos, mi cabeza es una
maldita maseta de adonis.
Luccien de Luque Amaris
No hay comentarios:
Publicar un comentario