jueves, 24 de abril de 2014

Así fue el fin


Es  inútil pensar en lo que ha pasado esta noche. Sé que nunca me lo va a perdonar, pero tenía que ser así. Después de tantos años, la vida me pedía que diera un giro a mi existencia, y hoy sin pensarlo dos veces lo he hecho. No se lo merecía, no merecía que despidiera tantos años de convivencia como lo hice, pero si no lo hacía, mi espíritu iba a perecer en el transcurso del resto de mi vida.
¿Cómo llegué a tomar la decisión?. ¿Puede la muerte de tu pediatra influir en la toma de una decisión tan importante?. ¿Cuál fue la gota que colmó el vaso?.
Es invierno, se acercan las fechas navideñas, no encuentro su presencia desde hace mucho tiempo, no noto su calor, ni su complicidad. Llevo una buena temporada pensando que así no puedo seguir.
Leo el periódico y veo que esta misma mañana se enterrará el cadáver del que en mi niñez fuera mi pediatra. El hombre que treinta y un años atrás me ayudara a sobrevivir de una deshidratación que hubiera terminado con mi existencia.
No puedo faltar a darle el último adiós, cuando fue él quien me dio el primer hola a la vida.
Oigo las palabras del párroco, pero no las entiendo, oigo el sermón, pero no comprendo su significado, pienso, pienso, y sigo pensando. Hago memoria de algún momento alegre, divertido y amable que haya vivido en los últimos meses. Y sólo recuerdo malos gestos, palabras vanas, desilusión, hastío.
Salgo de la iglesia, y voy andando hasta casa, pero la idea se va engrandeciendo en mi cabeza. No dejo ni un momento de pensar en la decisión que debo tomar, no, no, no.
Cinco horas más tarde, nos encontramos donde siempre. Me ha notado que estoy pensativa, y pregunta qué me pasa. Contesto con evasivas, no quiero mirar a sus ojos. No quiero, pero debo. Tomo aire, respiro profundo, y de mi boca salen las palabras que terminarán con nuestra relación. YA NO TE QUIERO.
Doy media vuelta, comienzo a andar y siento que el peso que había llevado durante estos años había desaparecido de mis hombros.
No pude ver su cara, ni sus ojos, no quise mirar hacia atrás. Podría arrepentirme.
Tengo entendido que superó aquella situación, pero jamás he vuelto a hablar con él.


Mª Teresa Gómez Hernández

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