Juana iba a casa de sus padres. Estaba invitada a
comer, en el barrio de Quart. Se encontró con una amiga. Hablaban sobre el frío
que hacía, la lluvia del día anterior, la niebla, todo tonos grisáceos. Cuando
llegaron al cruce Calle de Quart con Guillen de Castro, junto a las
Torres de Cuarte, vieron un grupo de gente con rostros: unos expectantes, otros escandalizados, cansados, todos mirando
a una persona que estaba tumbada sobre la acera de una tienda de frutos secos.
Pararon un momento y pudieron escuchar:
-¡Mira que
merluza tiene! - ¡Qué tío, debe estar borracho! -.
Todo eran gritos y risas. Unos jóvenes
hablaban entre ellos: –¡No, este hombre está colocado, claro, no puede ser otra
cosa, es que ni se mueve!.
Llegó el tendero, que por lo visto ya le
había hecho alguna advertencia antes. Su voz tenía un matiz duro y cortante ¡Eh,
oiga despierte ya! ¡Me tapa la puerta y
molesta!.-¡Voy a llamar a la policía ¡-Susurró mientras sacaba su teléfono
móvil de su bolsillo.
Esta persona era un hombre tapado con
papeles de periódico , excepto sus pies, calzaba zapatillas de deporte de color
blanco. No llevaba calcetines.
Unos jóvenes cuyas caras eran inexpresivas
y otros con tono irónico decían: -
¡Eh
tío despierta ya, vamos! Iban desfilando
unos, venían otros. El dueño de la tienda harto del espectáculo pedía a todos
que se marcharan pues la policía estaba al llegar.
Ellas tenían prisa, Juana había quedado
para comer, ya estaban cerca de la calle del Turia. Se despidieron. En el
camino, Juana aun pudo oír la sirena de
la policía que se acercaba al lugar de los hechos.
Comieron Juana y su familia. En canal 9, durante las
noticias de las tres, todos pudieron oír
lo siguiente: La policía ha llegado a las Torres de Cuarte y se ha hecho cargo
de un indigente situado en la acera de una tienda de frutos secos. No han
conseguido despertarle, han llamado al SAMU que lo ha llevado al hospital LA
FE.
Allí han certificado su defunción. Murió
de frío la noche anterior.
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