Me comenta un amigo que, según parece, si la policía te sorprende circulando con tu perro suelto por el interior del habitáculo del coche, te multa con 600 euros y te retira seis puntos del carnet. Y no me parece mal, si el animal va sin cinturón, por el peligro que eso representa para su seguridad, pero lo de que no pueda ir en la zona reservada a pasajeros... Es el momento de romper una lanza a favor del canis vulgaris. Supongamos que yo tengo que viajar de Madrid a Cádiz, y sustituyo a los ocupantes habituales por perros con el cinturón puesto. Ello me reportaría las siguientes ventajas:
- Los tiempos de conducción los decido yo: nunca he visto a un perro repetir cada seis kilómetros "Papá me hago pis". El perro mea cuando le bajas del coche y punto.
- No dan conversación. Sacan al lengua y jadean, pero no te ponen la cabeza loca con debates estériles sobre si el niño debe hacer la comunión vestido de almirante de la VI Flota o de San Cucufato de Lombardía, como el abuelo, ni con las enésimas evoluciones del pokemon, que culminan en que un gorrión acabe convertido en un Godzilla plumífero, todo ello mientras tú tratas de averiguar si esa porquería de carretera secundaria lleva a Cádiz o a Sebastopol.
- Ningún perro aporta criterios de selección musical. Tú puedes llevar al perro hasta las Chimbambas Inferiores escuchando a los AC/DC sin manifestación alguna en contra.
- Del mismo modo, jamás manipulan el dial de la radio. Pones la Cope, y al perro le va bien. Pones la Ser, y tres cuartos de lo mismo. Les da igual Federico Jiménez Losantos que Carlos Carnicero, lo que demuestra un grado de inteligencia muy superior al de los humanos.
- De ninguna forma organizarían un motín en la parte trasera, con la excusa de imponer sus gustos cinematográficos en la elección del maldito DVD. A los perros les puedes enchufar "Resident Evil" o la última de Nacho Vidal, que ellos siguen impasibles. Y ojo que a mí cualquiera de las dos me da miedo. Y la segunda, además, envidia.
- Si se duermen, no roncan.
- No dan indicaciones de dirección, basadas en borrosas intuiciones. Si les pasas un mapa, no localizan nada, igual que los copilotos humanos, pero te ahorras la incomodidad del despliegue y repliegue del mismo, la manipulación torpe del GPS ( que a partir de ese momento te repite durante tres horas que vuelas a una altitud de 6000 pies, que busques una pista de aterrizaje cuanto antes y que realices la maniobra de aproximación al aeropuerto a menos de 80 kilómetros por hora, al existir un radar fijo en ese punto, todo ello con esa voz imitación Bela Lugosi acatarrado ) y las invectivas sobre tu nulo sentido de la orientación y tu falta de capacidad para elegir la cartografía.
- Preguntas como "¿ Cuándo llegamos ?" o " ¿ Cuánto queda ?" desaparecen del folklore viajero.
- Nunca contribuyen con sugerencias sobre el bar de carretera donde comer ( ese en el que hay muchos camiones, lo que significa que está lleno de camioneros comiendo y no hay mesas ) ni de en que estación de servicio repostar ( que le han dicho que los baños están impolutos, aunque luego resulten tener el suelo como el pantano de San Juan y los sanitarios menos sanitarios del hemisferio occidental ). Añadido que no compran Miguelitos de la Roda ni queso de la tierra a precios de boutique de lujo del Sultanato de Brunei.
- Jamás se acuerdan de haber olvidado nada en el bar en que tomamos café al salir de Madrid, durante el descenso del Puerto de Despeñaperros, momento en el que las ganas de despeñar del conductor no se dirigen precisamente a los cánidos.
- Permanecen impávidos mientras insultas al dominguero del R-6 que se ha incorporado sin mirar a la autovía, y te evitas incómodas explicaciones sobre lo que significa "bastardo" y sobre como podrías defecarte en la calavera del conductor del vehículo en cuestión.
- Y, por último, pero no menos importante, nunca dejan resbalar sobre tí una mirada inquisidora si te hurgas las fosas nasales.
Seguro que hay muchos más argumentos, pero estos, a mí, me parecen más que suficientes. Instemos a la DGT a cambiar esa norma injusta y vivamos más felices.
Buenas noches, y que la suerte os acompañe.
También me gustaban aquellos perros que se ponían en la bandeja trasera del coche, y con el movimiento meneaban la cabeza con la lengua fuera. cuando había baches eran buenísimos...
ResponderEliminarHe llevado perros durante muchos años y afirmo todo lo que dices, nunca he tenido ningún problema. Pero una vez llevé una suegra y puedo asegurar que fue uno de los viajes más estresantes de mi vida. ¡No corras tanto! ¡Cuidado con el coche verde!, ... Era lo único que decía y lo decía continuamente. Estoy seguro de que el viaje hubiera sido más tranquilo de haber llevado una docena de tatántulas sueltas por el habitáculo.
ResponderEliminarRepasaré la Ley de Seguridad Vial, por si hace mención a las suegras en algún artículo.
ResponderEliminar¡Sí, sí! "Pues los del otro carril van más rápido", "¿Seguro que vamos bien?". Deberían dedicarle un capítulo.
ResponderEliminar¿Dice algo la ley de seguridad vial sobre los perros que sufren ataques de gases en plena marcha?... ¡Sabotaje!
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