martes, 9 de abril de 2013

Inconsciencia

Segundo Premio del II concurso de relatos hiperbreves ma non troppo 'La siguiente la pago yo'



Lo sabes, ¿verdad? Cuando te miro a los ojos, siento que lo sabes, y tengo que apartar  la mirada para no confesártelo todo. Para no contarte los detalles que recuerdo tan bien y que se repiten en mi cabeza. Sé que lo entenderías, que solo tú, de entre todas las personas, lo entenderías. ¿Lo entiendes, verdad? No fue nada premeditado, ni siquiera lo pensé un segundo. Y después me sentí bien, tan bien que me tumbé de espaldas mirando al cielo, inspirando y llenando mis pulmones de aire puro. Con la primera respiración profunda me llegó la sensación de euforia y pensé “esto no puede estar mal”.
Sí, ya sé que Miguel es tu amigo. Pero hay sentimientos más fuertes que la amistad, mil veces más intensos y tentadores. Yo solo pensaba en ti, fue como si otra persona estuviese actuando en mi lugar. Era yo y no era yo. Por un momento, casi me pareció que era una simple espectadora, estaba fuera y dentro al mismo tiempo.
Y quiero compartirlo contigo, un deseo algo terrible, lo sé. Yo, que siempre he preservado mi intimidad, incluso ante Miguel. Al fin y al cabo, ¿qué sabía él de mí a pesar de los años que llevábamos juntos? Mientras que tú, con una sola mirada pareces entender todo lo que pienso.
Fue fácil, una liberación. Él estaba ahí, abstraído con su encuadre del horizonte, al borde del acantilado, como desafiando mi vértigo. Estaba de espaldas, no fue necesario más que un empujón decidido, como el que le daba cuando se ponía pesado intentando reconciliaciones sin palabras. Durante un instante sentí que me iba con él, que yo también caería a las rocas y las olas cubrirían de espuma mi cuerpo destrozado.
Lo vi después, su cuerpo casi tapado por el mar, cuando me atreví a mirar. Porque me atreví. Tras unos instantes sobre la hierba observando el cielo, me incorporé, agarrada a las rocas como a un balcón dirigí mis ojos hacia el fondo y le vi. Casi una figura poética en medio de las aguas que ya lo iban cubriendo. Fue entonces cuando algo gritó desde mi interior hasta oírse en el exterior y hacer que alguien acudiese.
Ves, no es tan terrible. No fue sórdido, ni cruel. Yo solo quiero estar contigo, Javi…, tengo que estar contigo. Y no me arrepiento, ¿cómo podría arrepentirme? Siento que estás ahora aquí, conmigo, en este refugio, este lugar cálido…y oscuro, interminable…
“Está abriendo los ojos”, dijo la enfermera. Miguel la miró y se esforzó por no mostrar en su rostro la culpabilidad que sentía. Javi estaba a su lado. Él lo sabía, lo sabía todo, seguro. Era su mejor amigo y lo conocía desde hacía años. Pero no diría nada, ¿no? Ahora ella se recuperaría, ¿qué importaba su intento de matarla en aquel acantilado?

Mónica Sequeiro Leira

1 comentario:

  1. Un acantilado lleno de sentimientos metafóricos, A mí esta técnica es que me encanta.
    Felicidades, Mónica.

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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.