jueves, 11 de abril de 2013

Reencuentros

Segundo Accésit del II concurso de relatos hiperbreves ma non troppo 'La siguiente la pago yo'


De todos es sabido que no siempre las relaciones tienen el final que deseamos; Raquel  no terminó tomándose muy bien que no quisiera continuar con la ella, pero conocer a alguien siempre tiene ese inconveniente, o no es lo que te esperabas o simplemente no es la persona con la que quisieras pasar el resto de tu vida. De todos modos me llamó hace un par de días para devolverme algunas cosas que había olvidado en su apartamento, decidimos quedar en la cafetería de siempre, la de los ceniceros atestados de colillas y un café que invitaba a no preguntarse cómo lo hacían…
Estaba entretenido con un periódico mientras esperaba; al escuchar abrirse la puerta levanté la cabeza para ver si se trataba de ella, aunque lo primero que atrajo mi mirada fue un corto vestido azul  decorado de dos piernas larguísimas que no me resultaban desconocidas, que acompañaban al resto de Raquel; traía una pequeña caja con unos discos y alguna sudadera de esas que terminan siendo parte del algún pijama, la invité a sentarse y entablamos la típica conversación de “¿Cómo te va?  y ¿Qué tal todo?...” Algún licor ayudó a mejorar la charla, que al principio era bastante embarazosa. Sinceramente pensaba que sería una situación más de trámite que otra cosa pero después del cuarto cubata y una que otra mirada cómplice terminamos en su apartamento con alguna excusa absurda que ni recuerdo; quizá no fue una decisión muy acertada, pero de eso y de la típica resaca que te deja el DYC con pepsi me daría cuenta la mañana siguiente.
Desperté con la boca pastosa y la cabeza un tanto embotada, nada sorprendente, la verdad, cuando al abrir los ojos me encontré con Raquel sentada en una esquina de la cama, con una camiseta muy corta de un personaje de Disney que no conocía, mientras las revueltas sábanas apenas le cubrían las piernas, una estampa a la que sin duda cualquier hombre se acostumbraría ver todas las mañanas. Antes de poder comentárselo dijo en tono serio aunque sin ningún deje de reproche:
- ¿Aún me quieres?
Existen preguntas que son capaces de crear silencios por sí mismas y que además deberían de ir acompañadas por una planta rodadora, me dije para mí mismo, mientras me reclinaba sobre el cabecero de la cama y mirándola, ahora sí, con más atención; contesté.
- En verdad me resulta difícil decirte que no.
- ¿Y serías capaz de hacerlo?
- Quizá, pero primero deberías de bajar el arma.

Francisco Javier Cano Zamora


2 comentarios:

  1. Muy buena escena para una peli, visual a tope.
    felicidades

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  2. jajajaj, me encanta. ¿ Quien se atrevería a decir que no ?

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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.