Total, tanto ruido para tan pocas nueces
porque hay que ver el revuelo que se montó cuando pasó aquello de mi tía y
luego resultó que no era para tanto, que si no se podía demostrar nada, que si
esto, que si lo otro, que si vaya Vd. a saber, en definitiva, nada de nada,
vamos que se quedó todo en agua de borrajas y nadie volvió a ocuparse del
asunto y eso que dicen que iba a salir en la página de sucesos pero luego todo
se tapó y se acabó lo que se daba aunque para algunos la cosa tenía miga pero
como no se pudo demostrar… pues eso, que se olvidó todo hasta que el otro día,
por un asuntillo de disparidad de opinión entre mi madre y la vecina de
enfrente, volvió todo a la palestra y menudo disgusto el que tienen en casa
desde entonces, incluso el tío Pascual había insinuado lo de ponerle una
querella a la vecina pero mi padre le dijo que sin pruebas era como lavarle la
cabeza al burro y es que nadie había presenciado la discusión, bueno sí, yo lo
había oído todo pero no podía servir como testigo porque, además de ser menor
de edad, era familiar directo de una de las interfectas, es decir, era hijo de
mi madre y, según parece, eso me inhabilita para perjudicar a la vecina.
En resumidas cuentas que parece ser que no
puedo ni contarlo porque la vecina se podría querellar conmigo y eso pondría a
mi madre en el disparadero y a mi padre en el bar de la esquina huyendo de la
quema y tomándose unas birras con el tío Pascual que me parece a mí que tiene
algo que ver con lo de mi tía aunque en casa nadie ha contado nunca
absolutamente nada.
José Felipe Cardenete Romero
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