¡Corre! ¡Corre! ¡Jamás te detengas!
Fueron las últimas palabras de Armando hacia Pedro, antes de que
le dispararan en la cabeza.
Y aunque Pedro logró escapar, por dentro estaba herido y lo único
que deseaba, era morir, pues su mejor amigo estaba muerto, y él era su
esperanza de vida.
…
Ambos, se conocieron hace tres años.
Armando tenía seis años de edad cuando su padrastro lo entregó a
un señor que se encargaba de vender y explotar sexualmente a niños. Después de
unos meses, pudo huir.
Por otro lado, Pedro, quedó huérfano a la edad de cuatro años de
edad, cuando unos soldados dispararon brutalmente hacia los civiles,
confundidos por rebeldes; en tal incidente él niño logró salvarse, pero su
madre no.
…
Los dos amigos se conocieron, mientras buscaban comida, entre los
escombros de unas casas que fueron bombardeadas. Armando halló una bolsa de pan
y unas latas de comida, pero Pedro no pudo encontrar algo; al notar eso,
inmediatamente Armando, le convidó de sus provisiones; siendo que a partir de
ese instante se convirtieron en los mejores amigos, y se protegían como si
fueran una familia.
…
Todo era genial hasta
ese día, en que buscando provisiones, entraron a una casa abandonada, y adentro
se encontraba un soldado que tras verlos, trató de quitarles su comida,
golpeando a Pedro, ante lo que Armando reaccionó, y lo cual le costaría la
vida.
…
¡Corre! ¡Corre! ¡Jamás te detengas!
Y mientras lo hacía
Pedro, cerró los ojos y recordó por última vez su corta infancia.
JC333
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