miércoles, 23 de octubre de 2013

Corta infancia

¡Corre! ¡Corre! ¡Jamás te detengas!
Fueron las últimas palabras de Armando hacia Pedro, antes de que le dispararan en la cabeza.
Y aunque Pedro logró escapar, por dentro estaba herido y lo único que deseaba, era morir, pues su mejor amigo estaba muerto, y él era su esperanza de vida.
Ambos, se conocieron hace tres años.
Armando tenía seis años de edad cuando su padrastro lo entregó a un señor que se encargaba de vender y explotar sexualmente a niños. Después de unos meses, pudo huir.
Por otro lado, Pedro, quedó huérfano a la edad de cuatro años de edad, cuando unos soldados dispararon brutalmente hacia los civiles, confundidos por rebeldes; en tal incidente él niño logró salvarse, pero su madre no.
Los dos amigos se conocieron, mientras buscaban comida, entre los escombros de unas casas que fueron bombardeadas. Armando halló una bolsa de pan y unas latas de comida, pero Pedro no pudo encontrar algo; al notar eso, inmediatamente Armando, le convidó de sus provisiones; siendo que a partir de ese instante se convirtieron en los mejores amigos, y se protegían como si fueran una familia.
Todo era genial hasta ese día, en que buscando provisiones, entraron a una casa abandonada, y adentro se encontraba un soldado que tras verlos, trató de quitarles su comida, golpeando a Pedro, ante lo que Armando reaccionó, y lo cual le costaría la vida.
¡Corre! ¡Corre! ¡Jamás te detengas!
Y mientras lo hacía Pedro, cerró los ojos y recordó por última vez su corta infancia.


JC333

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