Si alguien sigue
las líneas que llevan al corazón del laberinto sin acabarlo, habrá desgastado
alrededor de dos milésimas de gramo de grafito y con ello socavará parte de las
posibilidades de quien recoja dicho instrumento para un uso posterior, pues
entonces uno tendrá que extraer un sacapuntas de la mochila con hoyos y afeitar
la madera lo suficiente para poder proseguir con esa manía muy de uno de
completar las cosas. Más aun, al continuar con la tarea de llevar esa otra
línea navegando entre sus congéneres hasta el corazón aparentemente vacuo de un
laberinto impreso en papel periódico, tendrá como consecuencia que uno no vea
al amigo de la infancia saludarlo desde la banqueta más allá del ventanal del
autobús; situación que acabara por diezmar el perfil moral del susodicho amigo
y orillarlo a cometer aquel suicidio del que tantas veces nos habló, y en el
que lo implicara a uno como cómplice. Acontecimientos tan burdos sucederán en
los pocos segundos que sobran del afable atardecer de Junio, y así, para cuando
uno acuda a la cita, encuentre a la amada y le invite una hamburguesa; toda una
serie de eventos promete ya descalabrar los planes de buen ciudadano y
transformarlo a uno en un precoz fugitivo. Es así como se inaugurará una feroz
cacería con las fuerzas del orden y una búsqueda por la verdad, que al final de
tan ardua y épica persecución a través de la ciudad, los túneles del metro, la serranía,
un deshuesadero de autos, y un muelle de carga, culminara en un encuentro con
el amigo vuelto némesis, quien dándole a uno la espalda y luego con el arma en
la mano, confesara que siempre supo los efectos del actuar de uno sobre su
complicado perfil psicológico. Alumbrados por un camión incendiado y las luces
de sirenas aproximándose, nos dirá que el alfil de la balanza es parte de una
conspiración internacional por controlar los precios del petróleo, y cuyo plan
de acción se desencadenó al empezar aquel laberinto a medias, dejar el lápiz
achatado y bajarse de prisa del bus cuando desde el ventanal se le ve uno en la
parada.
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De los que más me han gustado, inteligente, con una trama que ha hecho que siguiera hasta el final del laberinto.
ResponderEliminarSaludo