Había un jeque que tenía seis esposas.
La primera era ciega de un ojo, la segunda era coja, a la tercera le
faltaba una mano. A la cuarta le faltaba una oreja, la quinta tenía un solo
orificio nasal. La sexta era manca.
Un día conoció a una mujer joven y hermosa, con unos ojos tan
profundos como el mar y la voz suave como las olas que acunan los marineros.
Él decidió hacerla su esposa. Desafortunadamente, la séptima esposa
sólo tenía una mitad de su cerebro. Ella era hermosa, pero increíblemente
estúpida, incapaz de cualquier comportamiento razonable.
El jeque, muy enfadado, sacó la cimitarra y le cortó la cabeza, y
luego la hizo momificar, para preservar al menos el recuerdo de su belleza
perfecta.
Desde entonces, el jeque pasaba todas las noches - a su vez - con cada
una de las seis esposas, pero la séptima noche se iba a orar, junto al mar, por
que las olas le traigan un día la esposa perfecta.
Así fue que dio origen a la semana, con un día de cada siete dedicado
para la oración.
Alberto Arecchi
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