Si siente esta necesidad,
dirigirse una zona de bosque bajo, tendiente al claro, en el que buscará un
lugar cómodo. Elegir un lugar umbrío o soleado en función de la estación.
Esperar pacientemente el momento adecuado (puede aprovechar la espera para
encontrarse a sí mismo, para perderse, o absolutamente para nada).
Para reconocer el instante permanezca
atento a las señales:
-
Las briznas de hierba, hará algunas lunas que presentarán
una pátina dorada.
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Los días durarán aproximadamente lo mismo que las noches.
-
Las mañanas aun serán calurosas, pero al mediodía empezará
a percibir ligeras variaciones barométricas en algunas articulaciones, la mente
se le irá cubriendo de un velo cada vez más pesado que formará en el cielo gruesos
nubarrones que coronarán las tardes en aguacero.
-
En las noches que se abra el cielo podrá disfrutar de
Libra en su protagónico punto vernal.
Una vez confirmadas al menos dos de estas señales, entre el pasto, o próximo
a arbustos de mayor porte, localizará la planta, sin hojas en el tallo y
coronada por un trilobulado conjunto de bordes dentados, verde brillante, más
claro en el envés. Trazando las medianas desde los vértices de estos conjuntos,
encontraremos su baricentro de donde habrán brotado sendos apéndices, en cuyos
extremos unos sutiles decángulos estrellados, escombros de la flor que fue,
engarzarán el eterio encarnado.
Tomar uno suavemente entre los
dedos. Puede cortar el tallo, un centímetro por debajo del sépalo, le servirá
de soporte para las próximas maniobras.
Si dispone de agua fresca,
espolvorearla por la superficie del fruto. Una vez irrigada introducirla en la
boca hasta tres cuartos de su longitud. Presionar cariñosamente los dientes
hasta vencer la resistencia superficial. En este punto detenerse, saborear los
aromas que estarán asaltando en este momento su espacio buconasal, le podrán
recordar a algunos tipos de vino, según dicen. Recoger las primeras gotas que
destile la prensión y permitir que éstas recorran los bordes de la lengua para
apreciar su acidez. Seccionar y demoler la parte introducida regándola
generosamente por toda la cavidad a fin de reconocer el resto de rango
gustativo.
Repetir los pasos de los dos
últimos párrafos hasta agotar existencias o quedar saciados, lo primero que
suceda.
Miguel Jiménez Salvador
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