lunes, 30 de marzo de 2020

PANDEMonium. Crónicas epidémicas. El horizonte



Es curioso sentir que estamos en el centro del mundo ahora mismo. Nos ha pasado que hemos sufrido, como sociedad, tragedias, atentados, crisis económicas, pero esto es diferente; en esta ocasión todos estamos involucrados. Unos, la mayoría, porque podemos formar parte de las estadísticas de afectados, otros, porque forman parte de ese ejército de personas que desde los más variados puntos ayudan al resto. Aquí todos somos los protagonistas, sentimos como las balas silban cercanas a nosotros, con la posibilidad real de alguna nos alcance.
Y tengo la sensación de que, al margen de los actos colectivos de ánimo, de la necesidad de devorar informaciones, del impulso de buscar culpables, en el interior de cada uno anida una especie de aturdimiento causado por la incredulidad de que todo esto esté sucediendo.
Stefan Zweig describía de manera admirable la seguridad que la sociedad europea, y en particular la austriaca, a la que él pertenecía, sentía en las primeras décadas del siglo XX. Nadie podía siquiera imaginar que ese mundo pudiera sufrir tal cataclismo que le hiciera desmoronarse, y bastó un soplo de inestabilidad para que Europa cayera como un dominó.
Hace 100 años no existían los medios de ahora, científicos, sanitarios, técnicos. No existían los antibióticos, por ejemplo. Y aun así se sentían tan seguros como nosotros, que por no tener problemas verdaderos nos vemos inclinados a inventarlos; pregunten a nuestros políticos.
Nuestra sociedad está enferma, pero no de virus, sino de soberbia y prepotencia. Y nos damos cuenta en momentos como este, en los que añoramos hasta lo más sencillo. Lo importante será ver si cuando el virus se repliegue, seremos capaces de sanar la dolencia más grave. Si seremos capaces de mantener esta actitud de agradecimiento a los demás, de ayuda a los que la necesitan, de solidaridad, de comprensión. A pesar de las pérdidas, algo habremos ganado si así sucede. Necesitaremos mucha memoria colectiva, y actos que nos la estimulen para que todo esto nos fortalezca como sociedad. Seguirán emponzoñando todos los que se empeñan en enfrentarnos, pero si somos capaces de sobrevivir a la pandemia deberíamos ser capaces de enfrentarnos a los profesionales del veneno, y no permitir que nos estafen más.
Estos días escuchamos consejos de todo tipo encaminados a sonreír, ser amables con los demás, tener paciencia, empatía, asertividad. Por favor, guárdenlos y léanlos una vez al mes, como mínimo, cuando todo esto pase.
Saldremos de esta, pero salgamos con un horizonte limpio, por favor.

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