Elsa de treinta y tres abriles se enamoró por Internet de Marcelo de
cuarenta y ocho años. Sostenían una relación amorosa de tres años en los que la
distancia no era impedimento para sentir y el respeto primaba con un romántico ir y venir de poemas, dedicatorias
de canciones, mil cosas. Todo tan perfecto que resultaba increíble. Se conocían
interiormente tan bien que planes de viaje no se hicieron esperar, ramos de
rosas con lindas postales, encargadas desde España hasta Colombia.
La familia estaba preocupada por la seriedad que la novia le imponía
al asunto, hubo mucha sisaña y cuento con los fracasos y patéticos casos en los
que mucha gente se ha visto involucrada en trata de blancas, experimentos para
la ciencia, asesinatos en serie, en fin tantas cosas que a veces no se prevén y
que entran por un oído y salen por el otro sin ninguna intención de acatar.
Aquella mañana decembrina todo estaba listo para la boda por poder
pero Elsa quería ir más allá de su anhelado sueño. Compro un billete con
anterioridad aprovechando una ganga. Decidió marchar dos horas antes para el
aeropuerto de Cali, con teléfono en mano y dirección Madrileña se apuntalo con destino a Barajas y el sueño de tocar, no
solo la nieve y calentar sus pies frente a una chimenea con vino en mano la
traían con la cabeza loca. Nadie supo de
aquello hasta que una llamada despertó a Marcelo, quien ante la desaparición de
su amada, se había bebido el mundo para ahogar las penas. Aquel día todo le
daba vueltas.
Ramón respondió de inmediato a la llamada, casi en un arrebatado
presentimiento y saliendo apresurado se
dirigió al Aeropuerto. Ella le miro y sonrío, era el mismo hombre del que se
había enamorado tiempo atrás, con su preciosa cara, rostro de ensueño, mirada
franca y profunda, sonrisa retorcida. Se abrazaron, el recorrió su torneado
trasero dentro del abrigo, su suave piel morena que contrastaba con el negro
profundo de sus hermosos ojos, su cabello largo y brillante caía en cascadas
sobre los hombros. El deseo se apodero de ambos que no esperaron llegar a casa
para descubrir la verdad ante todos.
Atala Grimm
El deseo, ay, las ansias. ¿Por qué no? Para un encuentro todo vale, ejemplos mil. Instinto, necesidad, interés, supervivencia... Mira, es como en el reino animal, la hembra escoge al mejor macho para garantizar la supervivencia del cachorro, igual igual que jessica, la novi a de paquirrín, y que tantas otras. Hoy lo que asegura el éxito es la tela.
ResponderEliminarUn abrazo, sigo siguiendo tus textos.
Susana.